miércoles, 18 de octubre de 2017

La valentía del sindicato confederal


1.--  No son los agüeros. Son los hechos los que parecen indicar que puede estallar el polvorín. A estas alturas, no decir las cosas con claridad en aras a evitar el alarmismo es una enorme irresponsabilidad. No son los agüeros, sino los hechos. Unos hechos que los capataces de los hunos y los capataces de los hotros se enpeñan en agravar.

Los hechos: más de 700 empresas han trasladado su sede –social o fiscal— fuera de Cataluña en diez días; descenso del turismo en Cataluña previéndose que caiga la actividad y pérdidas de 1.800 millones de euros; los grandes fondos de  inversión de la City londinense avisan machaconamente de que pueden alterar sus previsiones de inversión; el tiburón Moody´s alerta de que la situación crea incertidumbre para el ráting de España. No son jaculatorias. No son agüeros, son hechos.

La cosa puede complicarse. Lo peor es que los capataces no han medido –o no han querido medir--  las consecuencias de esta descomposición. Tampoco los masoveros; estos menos que aquellos. Mañana, sin ir más lejos, puede darse un salto de cualidad en el zafarrancho de combate. Si Puigdemont aprieta todavía más el acelerador, con centenares de miles de personas en la calle, puede armarse la de Dios es Cristo. Los masoveros, en vez de pensar en que han llevado el soberanismo a la cota más alta de su historia, parecen entender que la derrota es un paso necesario para acumular más fuerzas. La Unión Europea, el último baluarte en que cifraban sus esperanzas, inducidos por políticos irresponsables, sigue dándoles la espalda. Ahora miles de manifestantes han gritado por primera vez: «¿Dónde estás, Europa?». Que podría convertirse de la noche a la mañana en resentimiento. Y de ahí al solipsismo catalán.

2.--  La Confederación Sindical de Comisiones Obreras ha enviado señales de cordura en sus dos últimos comunicados sobre la situación catalana. Negociación y que el Govern Catalá no se meta en el camino de la unilateralidad. Es como si viera venir la explosión de la santa bárbara y sus consecuencias. El grupo dirigente confederal del sindicato parece verlas venir.

Acabe como acabe la crisis catalana, que ya es crisis de Estado, Los trabajadores pedirán explicaciones a los sindicatos por su actitud ante esa crisis. Entonces no valdrán los acuerdos congresuales ni otras autorreferencias. Valdrán las consecuencias de todo ese  entuerto. Los trabajadores pedirán explicaciones y se preguntarán si están inscritos en un sindicato o en un político-socio- sindicato. Lo peor de toda esta historia no es salir derrotados, sino derrotados y divididos.


Por lo demás, recuerden la máxima de Tito Livio: «La guerra se alimenta de la guerra». 

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