Oriol Junqueras
está tratando de restar importancia a la marcha de las sedes sociales de
algunas firmas importantes de Cataluña hacia otros lugares. Puro politiqueo. En mi opinión se trata de
enviar una consigna a sus parciales, manteniendo el modelo de armar la tensión.
¿En qué cabeza cabe que pueda tener credibilidad que la marcha de los dos
principales bancos catalanes, que la multinacional Gas Natural y ahora Aguas de
Barcelona es algo irrelevante? Cabe en la mente del apostolado militante cuya
necesidad es dar primeras respuestas simples para mantener un tinglado que no
se esperaba una reacción empresarial de tanta contundencia. Lo primero, la
consigna; después, ya veremos.
La marcha de estas firmas no es
algo irrelevante. Lo de menor cuantía es las imposiciones fiscales de estas
empresas en Cataluña. Lo de mayor diapasón es el mensaje que envían a los
mercados y las agencias de rating. A saber, ojo con hacer operaciones en
Cataluña, aquello es un pandemónium con graves repercusiones.
Observen ustedes que la
estrategia de la marcha de las firmas no ha sido un pronto ni se está haciendo
a estilo compadre. Cada día que pasa aparece una nueva firma que dice que está
haciendo las maletas. Ahora se habla de Codorníu y Freixenet, de Catalana
Ocidente y Abertis y otras. Digamos que están dosificando la operación. Por lo que la respuesta de Junqueras --«no
hay novedad, señora Baronesa»-- o es de
pánfilos o de indocumentados. Es también una operación hablada con el Gobierno
que, en menos que canta un gallo, ha dado facilidades para que el cambio de
sede se haga por la vía rápida, o sea, sin necesidad de reunir al Consejo de
Administración. O sea, estaban al corriente.
Algunos analistas se están
preguntando por qué ha tardado tanto la gran empresa en reaccionar. Supongo que
les era difícil creer que Puigdemont
y Junqueras no llegarían a esos extremos. Así pues, sobrevaloraron la capacidad
política de estos dos caballeros, de la misma manera que el hombre de Girona
tampoco quiso creer que el empresariado pusiera rumbo más allá del Ebro.
El gran empresariado reaccionó
cuando le pisaron el callo físicamente. Cuando vio que miles de impositores,
fuera de Cataluña, empezaron a retirar miles y miles de euros de las entidades
financieras catalanas y cuando bajaron los pedidos a empresas catalanas. En
conclusión, son motivos económicos –de parné--
y no razones ideológicas. Lo que es suficientemente enseñado en primero
de Lorenzo de Medici a los empresarios. Y, según parece, no explicado en primero de Herder para Puigdemont y
Junqueras.
No pierdan el tiempo llamándoles
apátridas a los grandes empresarios. Algunos lo sabemos desde que nos lo avisó
el barbudo de Tréveris.
Dejamos, pues, constancia de la
indigencia política del govern de Catalunya y sus parroquianos. Y, mientras
tanto, insistimos retóricamente: ¿quién paga este estropicio?
¿Qué cómo salimos de este
descomunal barullo? Lean detenidamente la resolución de la Comisión Ejecutiva Confederal de CC.OO en http://japariciotovar.blogspot.com.es/2017/10/una-llamada-la-sensatez-la-propuesta-de.html
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