lunes, 16 de octubre de 2017

Cuando Puigdemont dijo llamarse Andana



Carles Puigdemont no ha respondido. Su contestación parece encuadrada en una situación normalizada. En la carta a Rajoy se limita a pedir «diálogo». Sin formular, además, sobre qué términos, aunque se debe entender que lo hace sobre la base de cómo conseguir la independencia de Cataluña. Comoquiera que debemos atribuirle conocimientos suficientes sobre la situación hay que convenir que quiere apechugar con la puesta en marcha del artículo 155 de la Constitución Española. En definitiva, el carácter dilatorio de la respuesta se debe, en mi opinión, a dos razones: 1) es un brindis a la galería europea –cancillerías, medios de comunicación y opinión pública--  que simpatiza con la idea del diálogo, sea esto lo que sea; 2) ganar tiempo para intentar convencer a la CUP de que no haga un marramiau.


En todo caso, la incertidumbre se mantiene. Una incertidumbre que podría ser gestionada por la política, pero no por la economía, cuyas razones son otras. Con lo que no sería de extrañar que desgraciadamente siga la fuga de empresas. Sea como fuere todavía no está vendido todo el pescado. Hay tiempo hasta el jueves: ya sea para seguir con el cocherito leré o para que Puigdemont responda sin requilorios a lo que se le ha preguntado. Lo dicho: «non los agüeros, los fechos sigamos».

Mientras tanto, Galicia,  Asturias  el norte de Portugal y una parte de León arden por los cuatro costados. Cataluña sigue con su ablativo absoluto. 


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