viernes, 20 de octubre de 2017

Europa y el independentismo catalán



«¿Dónde estás, Europa?», gritaban miles de manifestantes independentistas a la par que reclamaban la libertad de Sánchez y Cuixart. En el partido de fútbol entre el Barcelona y el Olympiakos otros tantos pitaban el himno de la Champion league. Ni la consigna fue improvisada ni tampoco la pitada. De ello se encarga Mister Twitter y sus hechuras.

El sector paroxístico del independentismo reacciona de ese modo a la reiterada negativa de la Unión Europea de apoyar el procés catalán. Y el govern no tiene quien le escriba. Ha aparecido, pues, el primer indicio de anti europeísmo en las filas del independentismo. Que ve, perplejo, que desde esas instancias  nadie les echará un capote. Ni de seda, ni de percal. Es una reacción chocante que, sin embargo, todavía no se dirige a pedir explicaciones a la mastodóntica estafa que han dirigido Puigdemont y el divino Romeva.   Cierto, no han sido los únicos, pero sí los más significativos.

En el almacén de las consignas siempre figuró que la Unión Europea estaba con las aspiraciones del «pueblo de Cataluña», que una vez resuelta la independencia se ingresaba en la Unión en un abrir y cerrar de ojos. Así hablaban los santos padres de la iglesia independentista, y así debía ser creído. Roma locuta causa finita. Y, a tenor del ¿dónde estás, Europa?  y la pitada en el estadio, todo indica que miles de almas de cántaro se creyeron a pies juntillas que lo de Europa era coser y cantar. Es lo que tiene la granítica fe del carbonero. En todo caso es realmente sorprendente hasta qué punto una patraña de tanta dimensión ha sido creída –o ha necesitado ser creída--  por amplios sectores de la ciudadanía. 

Puigdemont y Romeva, llegado un momento, supieron que la Unión Europea no estaba por esa labor. Y si en algún periodo lo creyeron la capacidad política de ambos personajes podría ser bastante precaria. Ahora les será difícil salir del atasco.

Si ese sentimiento anti europeísta  se  consolida –peor, si se extiende más--  nos encontraríamos ante un cambio de metabolismo con relación a Europa. Ese ¿dónde estás, Europa? se podría ir transformando en una acusación de traición y de inquina. Sería el resultado de la patraña que, a queriendas y sabiendas, se ha organizado desde las  covachuelas oficiales de la Generalitat y los chiscones subvencionados.

De la traición a la inquina a Europa, Y de ahí al aislamiento. La única salida para el independentismo sería, así las cosas, reanudar las viejas relaciones de algunos de algún que otro partido político con la Lega del Nord y los partidos anti europeístas. Con el contagio que ello supondría.


No quiero ni pensar en los efectos que ello podría tener en el sindicalismo con el cuestionamiento de la Confederación Europea de Sindicatos. Ojo con meterse en ese berenjenal: las vegas catalanas se podrían convertir en secanos. Y no digo más. 


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