1.-- «Cataluña no
está lista para la independencia real». Lo ha dicho Artur Mas en el Financial Times. Veamos: ha dicho “independencia real”. Lo que
según el caballero comportaría una cierta diferencia entre independencia
irreal, independencia estilo compadre y tantas variables como cada paladar
pueda resistir. Importante y tardío este matiz artúrico que, sin embargo, no aclara
por qué él y sus parciales han sometido a la ciudadanía a tan sonada
precipitación con la truculenta Declaración Unilateral de Independencia (DUI).
Y menos aún despeja a qué tipo de independencia se convocaba el día 1 de
Octubre. ¿O eran por su parte fuegos de artificio?
Propongo esta
hipótesis: o Artur Mas es un aventurero de la política o es un completo
indocumentado. Pero, a estas alturas, es muy difícil creer que el caballero de
tan alto plumero desconocía la diferencia entre querer proclamar
unilateralmente la independencia y ejercerla.
2.-- Oriol Junqueras hace dos días declaró al programa televisivo Al rojo vivo, que no cree que las firmas
que han anunciado la marcha de las sedes sociales a otras latitudes lo hagan
realmente. Horas más tarde zarpan a otros destinos Caixa Bank y el Banco de
Sabadell. Se produce la decisión. Junqueras con voz tartajosa reacciona:
«Bueno, pero no se va a Madrid, siguen en los Países Catalanes». Algo así como
ciego yo, tuerto tú. Pero otra firma de las grandes, Gas Natural, hace las
maletas y se va a… ¡Madrid!.
Retortijones a granel en las covachuelas de la Generalitat.
3.-- Los ideales del
independentismo de Mas y Junqueras son legítimos, pero ambos han engañado a la
ciudadanía aventurando que la operación era coser y cantar. Hasta el divino Romeva vendió el tinglado
asegurando que, tras la independencia, la Unión Europea apoyaría al nuevo
Estado en cinco minutos. Sancta
simplicitas! Ni siquiera el Papa Francisco apoya la operación. Por cierto, con esta
decisión el Vicario de Cristo se ha ganado más inquina todavía del sector del Opus Dei, sacerdotalmente
parroquiano militante del independentismo. Cuestión ésta que, hasta la
presente, han guardado celosamente los estados mayores catalanes. Muy alargada es, por lo que parece, la sombra de Escrivá de Balaguer.
5.-- La pregunta inquietante: ¿quién paga ahora
los costes de este descomunal camelo?
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