La segunda respuesta de Carles Puigdemont al
Gobierno español no es lo que esperaba Mariano Rajoy. Sin embargo, aclara algo de gran importancia: no
se ha declarado la independencia porque el Parlament de Catalunya «no la votó».
Es, si se quiere, una respuesta imperfecta como todo lo que existe en la
política. Es imperfecta, pero no ambigua. No se votó la independencia. Que esto
pueda tranquilizar o no a los hunos y a los hotros es harina de otro costal.
Pero ninguno de los dos grupos puede esperar una salida sobre la base de un
camino de perfección.
Tras esta respuesta imperfecta
Mariano Rajoy debería pensarse muy mucho la aplicación del artículo 155. Es
más, nunca tendrá respuestas perfectas. Digamos que, por ejemplo, si preguntara
cuántas son 5 por 5 debería darse moderadamente satisfecho si la respuesta
fuera 5 al cuadrado, aunque esperara la sencillez de 25. En caso contrario
estaría dando alas a los sectores más paroxísticos del independentismo militante.
Es más, la aplicación de tal artículo podría tener unas consecuencias de mayor
confusión y más gravedad. La pelota, pues, está en los dos tejados. Y, a pesar
de los agüeros, todavía hay tiempo. Tiempo para seguir buscando soluciones
imperfectas para ambos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario