jueves, 10 de agosto de 2017

Joan Tardá y un servidor





Joan Tardá es una persona templada. No pronuncia una palabra más alta que otra. Sosegado, tranquilo. Y generoso. Es verdad que son pocos los que comparten mi opinión y le afean una exaltada verbosidad, unos aspavientos desmesurados. Amén de un carácter irascible. Exageran, Joan Tardá es un bendito de Dios.

Este hombre ha tenido la amabilidad de hacer involuntariamente propaganda del acto que hemos anunciado en la entrada anterior de este blog (1). Ciertamente, con ese toque de humor que caracteriza al diputado. Un humor londinense, se diría. Le quedo muy agradecido, pues la cuadrilla que organizamos ese acto Contra la independencia de Cataluña y la farsa del 1 – O somos cuatro y el cabo. Ojalá se animen sus correligionarios y nos ahorren esfuerzos que, a nuestra edad provecta, suelen tener repercusiones.

Solo le haría un amable reproche: no entiendo por qué se mete solamente conmigo, habida cuenta de que somos unos cuantos más los primeros convocantes del acto. Oiga, no se reprima. Reparta usted el humor equitativamente.

Cambio de tercio. El presidente de la ANC ha declarado que hay que ir a la independencia «sea cual sea la participación en el referéndum». Este caballero me recuerda al legendario maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela. Joan Tardá hubiera dicho lo mismo, pero con más elegancia. 

No hay comentarios: