Corro el riesgo de ser
considerado un extravagante si digo que el principal problema de los
socialistas españoles no es el que se ha ventilado en el proceso de las
llamadas primarias que finalizará esta noche. No digo que sea irrelevante la
elección de la persona que ocupe la primera cátedra del partido. Es importante,
por supuesto. Pero no es lo principal. Esta idea que confunde lo principal con
lo importante es propia de la política vieja, engalanada con la aparente
modernidad de las primarias. Es, sobre todo, la confusión entre renovación y
recambio. El recambio puede ser una condición necesaria pero, por sí sola, es
insuficiente.
Ciertamente, hemos visto hasta
qué punto decenas de miles de afiliados al PSOE se han movilizado –tal vez como
nunca lo habían hecho en su reciente historia--
para elegir a su secretario general. Y creado una tensión interna
inédita, trufada en no pocas ocasiones de un trigo poco limpio. Un proceso más
propio de fideísmos. . El fideísmo es cualquiera de los varios sistemas
de creencias que sostienen sobre variados argumentos que la razón es
irrelevante a la fe, sea ésta religiosa o de otra naturaleza. Porque una
determinada visión política puede derivar –como ha ocurrido muchas veces-- en religión. De hecho la fe es un vínculo que
puede relacionar la religión y la política. Y siempre que se ha dado ha ido en
detrimento de la razón política.
La crisis del PSOE, como la de la
socialdemocracia europea, viene de lejos. El famoso Ok Ferraz del 1 de Octubre
del año pasado no es el origen de la crisis, sino una consecuencia de errores y
limitaciones, que nunca se quisieron ver. Es más difícil que un rico entre en
el Reino de los Cielos que un equipo dirigente político reconozca sus errores.
(Hecha la excepción de la congregación laica que preside la Madre Superiora de
las Hermanitas de Andorra).
Sin embargo, los estrategas de cada uno de los
contendientes (Díaz, Sánchez y López) han enfocado el litigio como si la crisis
del partido tuviera un origen inmediato. Claro, con el mandato y beneplácito
del tridente. Todos ellos han hurtado a «la militancia» ese dato: que la cosa
viene de muy atrás. Así pues, este proceso de primarias ha tenido ese déficit
de explicación. La conclusión implícita es: tras la elección de la jefatura
empieza la remontada. Lo que no es posible sin hacer un análisis de las
patologías del PSOE, sin proponer un proyecto, digno de ese nombre.
Ahora bien, un proyecto, con su trayecto
gradual, no puede construirse sin su correspondiente referencia en torno a la
reciente historia del partido. Y en este caso a sus lagunas y distracciones.
Que son, grosso modo, en esta visión heterodoxa las siguientes:
1.-- El
PSOE y la socialdemocracia europea presumieron siempre de que la implosión del
modelo soviético no le afectaba, que sólo era cosa del comunismo. Con lo que
vieron cómo entraban en barrena los partidos comunistas europeos, pero no se
percataron de que también ellos mismos empezaban su parábola descendente.
2.-- Los
principales dirigentes del PSOE se contagiaron de la sospechosa magia de la tercera vía que escribieron y llevaron a
la práctica Tony Blair y Gerard Schröeder. Siguió bajando la parábola
socialista en España y Europa.
3.-- El
PSOE jamás de los jamases analizó el divorcio entre el partido y “su”
sindicato, UGT. Que una relación histórica de este calibre no motivara ninguna
averiguación de su por qué fue algo escandaloso. Ni siquiera que de aquel
vínculo se pasara a algo meramente protocolario. Tres cuartos de lo mismo
podemos decir de lo que ocurre en el Viejo continente sobre este particular.
4.--
Tampoco prestaron atención a la irrupción del movimiento de los
Indignados y su posterior transformación en el partido de Podemos. Cuando quisieron dar una explicación sobre
ello fue de la mano de Susana Díaz con esta descomunal grosería: “Muchos de los que se indignaron –el 15M-
pensaban que iban a poder tener su casita en la playa y que iban a conseguir
que sus chavales fueran a la universidad y, además, tuvieran un master”. Un intento grotesco de darle una explicación a la situación en la
que se encuentra el PSOE y por qué los jóvenes han dejado de votarle.
5.— Por último, pero no menos importante, tres
grandes cuestiones que someramente son las siguientes: a) el partido no ha
dicho absolutamente nada sobre la gigantesca innovación y reestructuración de
los aparatos productivos, la crisis económica y la cuestión social.
Así las cosas, ¿cómo no iba a entrar en barrena
el viejo partido? Y si además nada de ello se quiso ver –o no se supo ver— el
solipsismo socialista estaba cantado. El estilo de las primarias, también.
Pronto veremos el resultado.
P/S. Sinceramente deseamos que el doctor don Alejandro Otero (en la foto) atienda al paciente.
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