Homenaje a Eleuterio Quintanilla
Me digo por lo bajinis que el
sindicalismo confederal tendría que afinar el punto de mira con relación a las
novedades que han aparecido en la escena. Seguro que los grupos dirigentes lo
tienen en la cabeza. En mi opinión son dos: a) la tímida recuperación económica
(gracias esencialmente a la bajada del precio del petróleo y la evolución del
euro) que no acaba de llegar a los bolsillos de la gente corriente y moliente;
b) el nuevo cuadro político de nuestro país que, más allá de la configuración
de un nuevo gobierno, permite una mayor versatilidad de las relaciones del
sindicalismo con las fuerzas políticas.
En el fondo se trataría de
esbozar un proyecto factible (un banderín de enganche en toda la regla) en
torno a dos grandes e imprescindibles cuestiones: de un lado, la mejora de los poderes adquisitivos –salarios,
sueldos y pensiones-- que, en los
últimos años, han sufrido una enorme erosión en todos los sectores; de otro
lado, el diseño de una agenda de reformas tanto en los aspectos del derecho
laboral como en lo atinente al Estado de bienestar. En suma, es conveniente
pasar de la actual trinchera a la movilidad del campo abierto. Si todo está en
efervescencia política, ello debería tener su congruencia en el terreno de lo
social. Más todavía, si la ciudadanía ha legitimado un nuevo cuadro
parlamentario, no es menos cierto que el conjunto asalariado ha vuelto a
depositar su confianza con las recientes elecciones sindicales en sus
representantes.
Digamos, pues, que nos conviene
dar un nuevo salto adelante, bien medido, teniendo en cuenta nuestras fuerzas y
la relación de ellas con nuestros aliados potenciales. Tal vez, la primera gran
tarea pedagógica del sindicalismo confederal esté en meter en la cabeza a las
fuerzas políticas que la cuestión social está indisolublemente ligada a la
cuestión democrática; en caso contrario estaríamos ante una democracia
demediada. Y por supuesto, de este hipotético trayecto sindical se podrían
sacar las lecciones y los primeros apuntes de la profunda renovación que
necesita el sujeto social.
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