Lo primero: ayer la CUP dio
pleno sentido a la expresión «nunca, nunca, jamás» que tantas distorsiones ha
tenido en los últimos tiempos. Justo es
reconocerlo, especialmente –como es nuestro caso-- cuando ayer mismo expresábamos indirectamente
la duda de que los cupaires hicieran
honor a la palabra dada. Dicho a la tabernaria manera: la CUP le ha hecho una
butifarra a Artur Mas.
Con todo, antes de entrar en
materia, permítanme una humorada. Históricamente cuando las derechas catalanas
de antañazo se veían apuradas por la presión de los movimientos obreros y
populares llamaban, angustiadas, a sus conmilitones madrileños (léase el
Estado) para que les enviara la guardia civil, el ejército y otras hortalizas.
Aquello ha sido substituido --salvando las diferencias, distancias y otros
pormenores-- por algo tan paradójico
como estrambótico: ahora las derechas catalanas han llamado a la puerta de un
sector de la izquierda, la CUP, para que les salvara los muebles. Pero, así
como el rio Llobregat no pasa por la Vega de Granada, la CUP (que nada tiene
que ver con la guardia civil, el ejército y otras hortalizas) tampoco ha accedido
a las pretensiones de la Orden mendicante de Artur Mas y sus costaleros.
Segundo tranquillo
La situación actual de Cataluña demostraría
que, en ciertos casos, pongamos que hablo del presente, la culpa de nuestros
males no viene de Madrit y sus islas
adyacentes, sino de nosotros mismos. O, hablando con más propiedad, de la
derecha política soberanista y, en primer lugar, del Padre Prior de la Abadía,
Fray Artur, que diseñó con tiralíneas un recorrido que se ha demostrado no sólo
ineficaz sino estrambótico. El prior hizo suya la expresión que se le atribuyó
en su día a Mac Mahon, el numantino «J´y suis, j´y reste».
Tan recalcitrante negativa de
Artur Mas a no propiciar una salida –esto es, apartarse de la primera fila—y,
más todavía, a cumplir su palabra dada (“yo puedo estar al frente del proceso o
detrás; yo puedo estar a un lado o a otro del procés”) es la principal responsable de la actual zahúrda catalana.
Pero su actitud de monarca absolutista es compartida por su propio partido, que
sigue los viejos códigos del Patriarca fundador: el voto de silencio. El mismo
estilo del resto de los Adoradores del Nombre: Esquerra republicana y el resto de la coalición
de Junts pel Sí. Que
son complementariamente responsables del gran atasco. Y comoquiera que nadie
tragaría con atribuir la responsabilidad de esta charca estancada a Madrit (léase el Estado y sus cañerías)
arremeten contra las órdenes menores conventuales de la CUP.
Conclusión provisional: la
leyenda de que Artur Mas es un político astuto se ha demostrado exagerada. Su
solidez tiene más relación con la pastilla de litines que se disuelve en el
agua. Probablemente un estudiante de primero de Romanones hubiera sido menos
extravagante. Sí, el viejo conde a veces tenía una sonada ocurrencia que no ha
tenido en cuenta el heredero del Patriarca: «Si será modesto que se cree
inferior a sí mismo».
Tercer tranquillo
¿Estamos en puertas de
elecciones anticipadas en Cataluña? A menos que se rompa el voto de silencio en los alrededores de
Mas, la cosa no parece cantada. Pero ya veremos: en esta commedia dell´arte nada es lo que parece. Arlequín y su novia
Colombina, el astuto Brighella y el torpe Polichinela o el rústico Truffaldino
son impredecibles. Como diría aquel genial pillastre de don Pío Baroja «la vida
es ansí».
Cuarto tranquillo
Ligado a la problemática de
fondo de todo lo anterior sugiero a mis amigos, conocidos y saludados –sean políticos,
sindicalistas, ontomólogos o guarnicioneros-- que lean atentamente el artículo
de Javier Aristu en su conocido blog En campo abierto: Corto y largo plazo, que tiene su morada en http://encampoabierto.com/2016/01/02/corto-y-largo-plazo/#more-5649.
En todo caso, tengo el deber de lanzar una impertinencia sobre su contenido: su
punto de vista fundamentado choca con el funcionamiento de servicios mínimos mentales
de no pocos políticos con mando en plaza.
1 comentario:
Muy amable de tu parte citar mi entrada. Sería lamentable que los árboles de la querellas y la terrible historia de división de nuestra izquierda impidiera ver el bosque de lo que está pasando. Confío en que alguna vez surja un verdadero discurso de gobierno desde la izquierda, de gobierno de lo social, desde la capacidad de ser un partido (o varios)capaz de ser síntesis de las (múltiples) contradicciones sociales o, al menos, si no síntesis, acicate para trasladarlas al ámbito del gobierno.
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