viernes, 30 de octubre de 2015

La República catalana contra los catalanes (de abajo)



Homenaje a Gustavo Zagrebelsky


(Borrador para almas de cántaro)


«El neoliberalismo de Estado, que es una monstruosa combinación donde la función del Estado, se traduce en la destrucción del Estado mismo impidiendo cualquier control por parte de la sociedad», según enseña Tzvetan Teodorov en un librito, Contro la dittatura del presente, Editori Laterza, 2014. Se trata de un conjunto de ensayos con firmas tan prestigiosas como la de Gustavo Zagrebelsky, Pierre Rosanvallon y otros. La lectura sosegada de estas reflexiones contra el presente  me ha llevado a una serie de meditaciones sobre las cosas que están sucediendo, de un tiempo a esta parte, en Cataluña, que aunque no es la única afectada sí es una en las que amplios sectores no parecen percibirlo.

Artur Mas está dirigiendo un proceso político con una doble estrategia: de un lado, la creación de estructuras de Estado, como base institucional de una futura República catalana; de otro lado, poniendo en marcha un camino de desestructuración del Estado. De una parte, las llamadas embajadas en el exterior y otro tipo de agencias; de otra parte, una espectacular arquitectura de privatizaciones, especialmente en el terreno de la Sanidad y salud públicas. Todo ello simultáneamente cual el doble movimiento del sístole y el diástole. La novedad es que una parte de la ciudadanía (a estos efectos no vale la pena referirse sin son mayoritarios o no) percibe con agrado la construcción de las estructuras de Estado catalán, mientras se produce la desestructuración de  la estructuras benestaristas de Estado. Así pues, lo que no se percibe adecuadamente es que, por un lado, la sombra de Luis XIV (L´ Etat c´est moi)  es alargada y, por otro, una parte no irrelevante del Estado de bienestar se aniquila por obra y gracia de los neolibertarianos (no confundir con los libertarios) que construyen un welfare bussines. Por supuesto, a la catalana para no infundir (excesivas) sospechas.

Lo que, en realidad, se postula  por parte de Artur Mas y sus allegados orgánicos es la ausencia de control de la sociedad y de la política sobre las fuerzas individuales de la economía trasnacional, que sólo atienden al deus ex machina de las leyes del mercado. No es, por tanto, una microdiscontinuidad (debo esta palabra a Umberto Romagnoli) sino un cambio radical de paradigma y violenta ruptura con el universo de los derechos. Donde la democracia, como ligamen social, fundado en la búsqueda de la igualdad y solidaridad, está declinando.

Lo digo sin perifollos: lo que Artur Mas intenta construir en Cataluña no es solamente la desconexión con España, sino fundamentalmente el desenganche con el Estado de bienestar. Lo que dicho en palabras de mostrador de taberna es hacer un pan como unas hostias; y si lo prefieren de forma académica sería una república catalana sin res pública.  


Estimado alma de cántaro, ¿estás en lo que es? 



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