La
respuesta de Artur Mas
ha sido la tradicional: lo han hecho para parar la independencia de Cataluña.
Se trata de la detención del tesorero de Convergència democrática de Catalunya,
que siguió esmeradamente las huellas de
su antecesor, y del registro en varios ayuntamientos y sedes de empresas. Es la
continuidad del famoso caso del 3 por
ciento. Es decir, el cobro de comisiones ilegales por parte de dicho
partido a cambio de la concesión de obra pública. Vale la pena añadir que, en
dichas detenciones, se encuentran también Josep Antoni Rosell, director general de
infraestructuras y que entre los
investigados se encuentran altos ejecutivos de empresas catalanas líderes en la
licitación de obra pública internacional como Infraestructuras.cat, Copisa,
Grupo Soler, Urbaser, Oproler, Grupo Rogasa y TEC 4. Recordamos que el caso tuvo su origen en una
denuncia de la concejala de Torredembarra Montse Gasull,
militante de Esquerra
Republicana de Catalunya.
Artur
Mas ha declarado que la intervención de la Fiscalía es «caza mayor». Pero hasta
bosquimanos saben de buena tinta que eso no cuela. No cuela, caballero, y usted
lo sabe perfectamente. Esa burda excusa puede colar en algunos sectores del
independentismo catalán, pero no en algo que necesita ese Mas: la mirada de
simpatía de algunas cancillerías y medios influyentes de Europa. La pregunta
sería: ¿cuela en determinados sectores de las listas de la coalición Junts pel Sí? ¿cuela en determinados ambientes que la han
apoyado? ¿Se tragará la CUP ese sapo indigesto? Lo iremos viendo. Pero ciertamente
el hipotético voto de esa coalición para que Mas presida la Generalitat se va a
encarecer lo suyo.
Aventuro
esta hipótesis: colará en los alistados y en una parte muy mayoritaria de
quienes han apoyado la coalición. Me baso en lo siguiente: el vínculo entre
medios y fines se ha pervertido; lo que vale, como sea, es el objetivo final,
la independencia. Ser un tiquismiquis con los medios es una chuchería del
espíritu, una bagatela que sólo reclaman las órdenes menores franciscanas. Este
principio ético de la relación virtuosa entre medios y fines sólo vale como
denuncia cuando los adversarios se lo pasan por el forro del escroto; en nuestro caso, la pretendida nobleza de
los objetivos tiene una categoría político-moral que anula la cualidad de los
medios. Lo que, ciertamente, no es algo nuevo a lo largo de la historia. Más
todavía, dentro de cien años todos seremos calvos, y habrá historiadores
distraídos o atentos que dirán aquello que se les encomiende y afirmarán que
esa corrupción del 3 por ciento es en realidad un «libelo de sangre».
Mientras tanto, y como decíamos ayer,
sigue la situación crítica en empresas
como Valeo con la pérdida de puestos de trabajo y la amenaza de deslocalización
en Autoliv. Agradezco el comentario, en mi entrada de ayer, de Fernando
que dijo “Y no se descarte que, como ya ocurriera
en el pasado, destacado o destacados personajes con gran proximidad al Govern
sean los asesores de las "deslocalizaciones" de esas empresas”. ¿Cómo
pude olvidarme? Cosas de la edad.
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