Nota editorial. Publicamos en
rigurosa exclusiva este texto de Jordi Casas Roca, que fue un destacado
dirigente metalúrgico de Comisiones Obreras de Catalunya, miembro del comité de
empresa de Lucas (antes Condiesel). Jordi Casas es hoy Doctor en Historia. Con mimbres como las de este caballero se hizo grande el sindicato.
Jordi Casas Roca*
El pasado 27 de agosto el
historiador Borja de Riquer escribía en La Vanguardia que “marginarse del
proceso, aludiendo un purismo ideológico clasista, es una muestra de
insensibilidad”, lo que hace falta es que “todas las izquierdas se impliquen en
el gran proceso de cambio político y social catalán para modificarlo desde
dentro”. El escrito era una crítica a las izquierdas catalanas (sin especificar,
pero se entiende que se refería a PSC, ICV i EUiA) y a las izquierdas
españolas, a las cuales atribuía nula capacidad para transformar España. Riquer
indicaba que le sorprendía “el estado de confusión y división que vive la
izquierda catalana”, la acusaba de “inhibirse en el proceso catalán”, de “dejar
toda la estrategia hacia el Estado catalán en manos de ERC i CDC”, decía que
“la vía catalana no puede ser partidista, sino transversal” y acababa su
escrito augurando que si las izquierdas se quedan al margen del proceso,
mirándoselo con menosprecio, “corren el riesgo de que sea la historia la que se
olvide de ellas”. A parte de la grandilocuencia de la última frase, es evidente
que Riquer hacia abstracción de un conjunto de elementos. Ni las izquierdas
catalanas se miran con menosprecio lo que está pasando, ni negarse a dar
carácter plebiscitario a las elecciones del 27-S es eludir la realidad, ni
mucho menos actuar con “purismo ideológico clasista”. Riquer no ignora la
cultura política de dichas izquierdas. ¿Pueden ignorar de una día para otro su
cultura federal y todo lo que esto representa? ¿Deben hacerlo, cuando el
Proceso aporta más incertidumbres que soluciones y, además, al precio de
esconder el discurso social, las contradicciones de clase que se producen en la
sociedad catalana? Y, por último: ¿La apuesta de CDC y ERC, que sólo se propone
arrastrar al votante independentista, recoge el criterio de una propuesta no
partidista, transversal, como reivindica Riquer?
Pasemos a otro texto. Jordi Amat,
joven filólogo, en un reciente libro titulado significativamente El llarg
procés, nos habla de la ofensiva del pujolismo para contrarrestar la hegemonía
de la izquierda catalana en los sesenta y setenta del siglo pasado y nos
recuerda una frase de Pujol de 1968: “Debemos prescindir, y en gran parte
romper con el marxismo, que persigue –o al menos produce- la destrucción
interna del contenido del nacionalismo y del cristianismo”. Amat nos recuerda
que el acierto de Pujol “fue su capacidad para mimetizarse con las clases
medias del país, presentándose como el defensor de un modelo de sociedad en el
cual nunca acabó de capilarizar el discurso de la ruptura (…). Pujol entendió
que el verdadero agente de cambio en Catalunya no serían las masas populares
–como había vislumbrado el optimismo de la voluntad de un Solé Tura- sino unas
clases medias que durante la dictadura, con relación a la política, habían
estado fundamentalmente átonas y ausentes”.
Luego vendrían 23 años de
pujolismo, de los cuales todavía tenemos pendiente hacer un balance que saque
todas sus consecuencias. Es allí donde hay que buscar el despiste de las izquierdas y no en el
“momento político” y “el carácter de las elecciones del 27-S” como planteaba
Riquer. Esta es la tesis que defiendo en estas páginas.
El texto continúa en http://theparapanda.blogspot.com.es/
· * Jordi Casas Roca. Nacido en Barcelona (1954).
Doctor en historia por la Universitat Pompeu Fabra. Ha trabajado durante 42
años en una empresa importante del sector de la automoción, siendo presidente
de su Comité de trabajadores por CC.OO. Es miembro fundador del Grup d’Estudis
Locals de Sant Cugat del Vallès. Ha publicado tres libros: Història de Sant
Cugat (2006, libro colectivo), Els barris dels nous catalans. Una visió de la
immigració (2012) y La hisenda municipal catalana (2015). Es militante de ICV y
miembro activo de varias entidades de su ciudad.
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