La revista
de reflexión y debate Gaceta sindical es una de las publicaciones sindicales
europeas más importantes. La mano ducha de Jorge Aragón lo asegura. Lo he dicho
en varias ocasiones y queda reiterado también en esta ocasión. Precisamente su
último número (junio 2014) se titula «Por un nuevo contrato social», y sobre
tan importante cuestión gira el monográfico. Vale la pena destacar el
importante elenco de académicos y sindicalistas que intervienen, economistas, sociólogos
y juristas de reconocida solvencia. Como es natural, un tema de tanta enjundia
requería la pluma de Ignacio Fernández Toxo. Ignacio escribe sobre «Las bases
de un nuevo contrato social. Una propuesta sindical» sintetizando los objetivos
que, sobre el particular, señalaron los anteriores congresos de la Confederación
Europa de Sindicatos.
Doy como
cosa natural que la estructura sindical de Comisiones Obreras recibe, lee y
comenta la revista. Más todavía, que a los dirigentes sindicales (de empresa,
territorio y sector) se les ha hecho llegar el artículo del secretario general.
Los correos electrónicos y las revistas sindicales que están en la Red permiten esta rápida y
abundante comunicación, máxime cuando los temas son, como aquel que dice, de tronío.
En resumen, estoy hablando para gente suficientemente bien informada, o así
debería ser.
Grosso modo
el ensayo de Toxo tiene dos partes: una, la justificación de la propuesta; dos,
las «bases» de la misma o, si se prefiere, los contenidos generales de la
misma. La primera parte es una pulcra y certera descripción de las razones de
ese «nuevo contrato social». El término nuevo
puede ser manido pero entiendo y celebro que se le califique de esa manera
porque da a entender que no se pide gratuita y rutinariamente una reedición de
lo viejo. La segunda parte, sin
embargo, adolece de concreción. Que era exigible toda vez que el origen de la
propuesta –se nos dice, y así es efectivamente-- está en el congreso de Atenas, y algo ha
llovido desde 2011.
Ahora bien,
dando por buenas y necesarias las bases u objetivos que señala Toxo, la
pregunta que se hace es la siguiente: ¿qué papel directo sen encomienda a la
práctica sindical cotidiana para alcanzar gradualmente tales objetivos? O lo
que es lo mismo: si hay proyecto, insuficiente o no, ¿qué «trayecto» práctico
se sugiere a la acción sindical? Más todavía, si estamos hablando de un «nuevo»
contrato social, ¿qué nuevo trayecto,
qué nuevas prácticas deben acompañar a tan exigente planteamiento? Estas son
cosas que ni siquiera están insinuadas. Tal vez algún día se irán concretando,
pero desde Atenas hasta nuestros días han pasado muchas cosas.
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