sábado, 21 de junio de 2014

INVIOLABILIDAD DEL HIJO, AFORAMIENTO DEL PADRE


El diario El País –a quien Paco Rodríguez de Lecea intenta rebautizar con el nombre de cabecera Statu quo--  editorializa a favor del (sobrevenido) aforamiento a la persona de don Juan Carlos de Borbón y Borbón. Comoquiera que su escribidor no ha sabido o podido encontrar mejores razonamientos viene a darnos, sobre chispa más o menos, la siguiente justificación: en España hay un número elevadísimo de personas que están aforadas. Paréntesis: son unos 10.000 los que gozan de ese privilegio; no consta que entre ellos figure don Vicente Del Bosque. Cierro paréntesis. Sigue el justificador, así las cosas, ¿es concebible que don Juan Carlos y doña Sofía no gocen de tal protección? El argumento esconde, primero, una sofistería, porque de esa cantidad no se desprende necesariamente que la cualidad de aforado pueda y deba ser ampliada. Antes al contrario, el argumento debería ser si ese estajanovismo de hacer aforados debe ser reducido e, incluso, abolido. De igual manera, encubre, otra cuestión: una desconfianza al viejo rey, no sea que tenga escondido por ahí, al margen de sus responsabilidades institucionales, algo rarito. O incluso que pudiera hacer una trastada ya en tiempos de jubilación voluntaria. O sea, no queda otro argumento que el de «por si las moscas» (1).

El sexto Felipe habló en su primer discurso como rey de una «monarquía renovada para un tiempo nuevo». ¡Hechos, caballero, hechos! Ponga algo dentro del pexiglás de tan socorrido caramelo. ¿Por qué no empieza usted por renunciar a su inviolabilidad? Que no es una herejía lo demuestra el hecho de que el rey de Suecia –dice el diario Statuo quo, perdón El País—si lo pillan conduciendo indebidamente--  tiene que pagar la multa de rigor. Cosa que, por ejemplo, le iguala con don Vicente del Bosque. 

Digamos las cosas por su nombre, aunque disguste a los monárquicos y a los republicanos cimbrios. Mantener el aforamiento y la inviolabilidad del monarca viene de su antañazo origen. La gracia divina. Que hoy por hoy está llena de telarañas y de herrumbre.  


(1)             Existen dos teorías principales para el empleo de este uso: «por si las moscas».  Uno de ellos es el higiénico y antiguo gesto de tapar la comida para evitar que los insectos, portadores de enfermedades, estuvieran en contacto con ella; la comida se protegía "por si las moscas" la pudieran estropear. La otra está relacionada con la leyenda de San Narciso, otrora Obispo de Gerona y actualmente patrón de la capital. Cuenta la misma, que durante el asedio de las tropas de Felipe II de Borgoña (El Audaz) a la ciudad gerundense en el año 1286, de la tumba del Santo, la cual abrieron las huestes invasoras con el objeto de profanarla, salieron multitud de moscas que atacaron a las tropas francesas contangiándolas la peste y haciendo que cundiera el pánico. Cuentan que a partir de ese momento la expresión empezó a ser empleada en múltiples circunstancias como recuerdo de aquel hecho.

Radio Parapanda. SOBRE LA DEMOCRACIA Y LOS MEDIOS



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