sábado, 1 de abril de 2017

Dos sugerencias al sindicalismo confederal

En los últimos días he leído dos observaciones sindicales de indudable interés. La primera la expresa una sindicalista madrileña de CC.OO., de la que ahora desgraciadamente no recuerdo el nombre. Le pido excusas. La segunda es del previsible nuevo secretario general, Unai Sordo.

1.-- La madrileña nos interpela a pasar del  «sindicalismo de los hitos» al «sindicalismo de los procesos». Sordo sugiere que el sindicato debe «gestionar la diversidad».  A decir verdad, ambas invitaciones son de gran calado. Ahora bien, para que no queden en meras florituras parece necesario pedir que se rellenen de contenido. De substancia que provoque una nueva fisicidad al sindicalismo confederal. De su poder de representación y representatividad. De la traslación de tales ideas a las prácticas contractuales. De su organización y de la relación de ella con los afiliados y los potenciales inscritos. En concreto de su proyecto, que se organiza autónomamente y se expresa con independencia de todos los poderes externos (económicos, políticos e institucionales).

Intento comprender lo que quieren indiciar. La madrileña parece decirnos que el sindicalismo lleva tiempo andando a salto de mata. Pudiera ser que esta sea una consecuencia de la necesaria resistencia que, en los momentos actuales, se está llevando a cabo contra las políticas devastadoras de los últimos tiempos de agresión salarial, devastación de los derechos y ataque sistemático a la personalidad misma del sujeto social. En todo caso, ese ir «a salto de mata» o, si se prefiere, tapando agujeros expresaría la limitación del sindicalismo de hitos, de momentos puntuales.

Es obvio que mientras tanto es preciso resistir. Pero las trincheras acaban pudriendo a los asediados. De ahí que sea urgente la elaboración del proyecto-trayecto que requiere el sindicalismo de los procesos de largo recorrido. Estableciendo los vínculos y compatibilidades entre todas las variables de su programa. Ligando cada momento puntual al proyecto. Es decir, creando un proceso, que debe revisarse periódicamente. Un proceso que posiblemente se ha iniciado ya como parece desprenderse del reciente artículo de Quim González en CCOO y UGT de Industria miran al futuro digital.


2.--  Tiene razón Unai Sordo. Hay que gestionar la diversidad. Y, si se prefiere mayor rotundidad, es preciso gobernarla. Una plataforma  contractual a la vieja usanza no sólo no conviene sino que ya no encaja en las reivindicaciones, viejas y nuevas, del conjunto asalariado, cuya estratificación es rotundamente molecular. En definitiva, la complejidad es la nota dominante de este proceso de reestructuración e innovación permanente de los aparatos productivos y de toda la economía. Los cambios ya no se dan de higos a brevas sino de manera continua y velozmente. Lo que señalaría que no estamos ante una época de cambios, sino ante el cambio de una época. 

En resumidas cuentas, Unai Sordo puede despejar algunas primeras incógnitas en su discurso de investidura como secretario general. Pistas, decimos. Para ir rellenándose posteriormente en los próximos cuatro años.


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