Dedicado esperanzadamente a mi
amigo, el Tártaro Javier Aristu.
Algo
así como la indeterminación está
desluciendo la eficaz campaña sanitaria contra el covid. Con sus más y sus
menos, el hecho es que técnicamente la lucha contra el virus ha sido
eficazmente brillante, a pesar incluso de los garbanzos negros que de todo ha
habido.
Sin
embargo, algo ha provocado desconchones en esa buena campaña con efectos indeseables,
esencialmente en la salud de las personas. El desorden en las relaciones entre
la Justicia y las autoridades, de un lado; y, de otro lado, las disposiciones
de los Tribunales Superiores de las Comunidades Autónomas no pocas veces
contradictorios entre sí. Un profano hubiera tenido fácil responder a esta
pregunta: ¿quién dirige de verdad la campaña, los Tribunales o las autoridades
sanitarias?
He
tenido –y sigo percibiendo esa situación--
que hay una especie de desviacionismo
jurídico por parte de algunos tribunales no para marcar la protección de
las libertades civiles individuales sino para ostentar jerárquicamente su
poder, no sólo el simbólico, sino sobre todo el real.
Más
todavía, no pocos señores de las togas y puñetas han creado los perfiles de una
nueva dogmática jurídica que exalta los derechos individuales (algunos de
sospechosa nueva planta) en total detrimento de los derechos colectivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario