En
las alturas del independentismo político se están dando unas situaciones
realmente curiosas. De un lado, el conseller
Puigneró, tradicional ventrílocuo de Waterloo, está intentando recuperar el estilo
convergente –el peix al cove, o sea,
pájaro que vuela a la cazuela-- con un
sobrevenido pragmatismo que está poniendo nerviosa a ERC,
que hasta la presente estaba considerada, sin entrar a fondo en la cuestión, como
el independentismo pragmático. Puigneró en relación a la ampliación del
aeropuerto de Barcelona tiene una posición más favorablemente decidida que la
del presidente Pere Aragonès García.
Cambio
de melodía: la base del conflicto entre ERC y Waterloo estaba esencialmente en
las prioridades de las reivindicaciones secesionistas y en cómo abordarlas con Madrid. Era una pugna que, dicho
castizamente, pretendía significar quién era más cátaramente puro, quién más
inquebrantablemente patriota. Pero en Waterloo se están produciendo giros tan
significativos como el del conseller Puigneró que, de un lado, pone nervioso a Carles Puigdemont y, de otro, inquieta a los de
ERC. Ahora, la cosa está en quién es más eficazmente pragmático. Un giro a
tener en cuenta. (Pablo Casado no está
capacitado para leer esta situación)
Todo
esto en un contexto que está variando: algo decíamos ayer con relación al
distanciamiento de los jóvenes de edades comprendidas entre los 18 y los 34
años del secesionismo. También uno de los referentes del independentismo catalán,
Escocia, los secesionistas están perdiendo pistonada tras las pasadas elecciones
municipales de mayo.
En
fin, que todo se está moviendo. Así
pues, ¡oído cocina! Recuerden que ya Teresa de Ávila dejó dicho: «También entre los pucheros
anda el Señor».
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