sábado, 24 de agosto de 2019

El desplante del rey emérito




Nuevamente los alifafes del rey emérito le han llevado al «taller». A un taller privado. No es noticia porque la tradicional predilección del primer Juan Carlos siempre fue por la sanidad privada. Craso error este repetido desplante al sistema público de salud español que, desde hace tiempo, está a la vanguardia del europeo.

No me vale la hipotética excusa de que estamos ante un asunto privado. No lo fue nunca ni ahora tampoco. El primer Juan Carlos siempre se ganó la vida a partir de un sueldo, cuyo origen es público.  Ni siquiera estar ahora en la segunda división le quita carácter público a él y sus circunstancias. Optar por la medicina privada es, pues, un agravio a lo público.

Durante estos dos últimos meses he tenido que visitar como paciente los hospitales de Calella, Can Ruti, Mataró y Blanes. Doy fe de la capacitación científica de todos los profesionales en sus diversas categorías, de su militante actividad humanista en el trato con los pacientes. Por lo que el feo gesto del rey emérito puede interpretarse como que la sanidad privada está en mejores condiciones que la pública. Ideología de baratillo que –queriendo o sin querer--  parece publicitar el primer Juan Carlos.

Caballero, reconózcame que quienes han afirmado que usted siempre tuvo vista han exagerado. Corrija el tiro la próxima vez. Nuestro sistema público de salud no merece esos desplantes.

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