jueves, 15 de agosto de 2019

Barcelona, crisis de seguridad y de civismo





El Teniente de Alcalde de Barcelona, Albert Batlle, es un hombre serio y formal. El edil se ha dejado de mandangas y ha manifestado con claridad meridiana que «Barcelona tiene una crisis de seguridad». Por lo general los políticos no acostumbran a hablar de manera tan clara y concisa. Por lo que si el diagnóstico no es preciso es muy difícil dar con su tratamiento adecuado.

Barcelona hace tiempo que tiene un problema de seguridad, que ahora se ha aireado en el mundo entero. Y sin embargo, durante la campaña  de las elecciones municipales pasadas, tan serio problema no concitó la atención debida. En algunos importantes candidatos pesó más que la ciudad fuera la linterna del independentismo. Oh paradoja: Barcelona siempre fue una ciudad cosmopolita, algunos de sus candidatos municipales querían convertirla en un vulgar campanario.

El diagnóstico claro y sin pelos en la lengua nos autoriza a pensar que Albert Batlle está en condiciones de darle un giro positivo a la situación. Ahora bien, hay algo que falta por decir: en Barcelona hay una crisis de civismo. Y esto pone las cosas más difíciles a las autoridades municipales. En resumidas cuentas, si no hay una aproximación al círculo virtuoso entre autoridades y ciudadanía la ciudad continuará siendo una zahúrda.  

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