«Era
póker e íbamos de farol», así habló en su día, tras probar en sus propias
carnes el fracaso de aquel 1 de Octubre, la consellera Clara Ponsati. O lo que es lo mismo: la desautorización más
radical del fracaso del independentismo vino de sus propias filas. Nadie ha
superado la contundencia conceptual y plástica de aquella expresión, que
convierte en un juego de cartas lo que realmente fue: un quilombo. Iban de
farol, es decir, a ver qué pasaba. El diseño de unos niños litri que quisieron
jugar una partidita de cartas frente al Estado. Confundieron al Leviatán con
una japuta.
Frase
memorable la de esta Ponseti, como memorable es el artículo de Carod Rovira
publicado hoy mismo en El Punt Diari donde no
deja títere soberanista con cabeza. En su opinión, «falto de dirección política
el barco independentista sigue perdido en medio del mar, sin brújula ni carta
de navegación ni nadie en el timón». Palabras lúcidas que, es una hipótesis,
tienen un objetivo. Carod les está diciendo: yo soy quien puede sacaros del
escollo. Porque, los jugadores de cartas novicios no suelen ser expertos marineros.
Pues
bien, ese Quim Torra –a
pesar de todos los pesares-- sigue insistiendo en que «lo volverían a
hacer». Ignora este caballerete que los tahúres del Llobregat no le llegan a la
suela de los zapatos a los del Mississipi. Y para colmo la más reciente perla
de las jaculatorias independentistas mientras se elaboran los Presupuestos de
la Generalitat. Habla un tal Albert
Batet (diputado post convergente): «No queremos unos presupuestos que
nos hagan renunciar a la independencia».
Ignoramos si estas declaraciones las hizo antes de comer y en la
sobremesa.
Lo
mismito que dejó sentado Dante Alighieri en el
canto sexto del Purgatorio. Cambien «Italia» por «Cataluña» y verán las
características del burdel. Vale la pena
revisitar al Dante, aunque sea todavía Agosto.
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