Joaquím González Muntadas
Director de Ética Organizaciones SL
Hace unas semanas que un convenio
colectivo está ocupando portadas en los medios de comunicación. Me refiero al
que han firmado la patronal y el sindicato IG Metal para el sector
metalúrgico y electrónico de Baden-Wurtemberg, un Estado del suroeste de Alemania.
En principio este convenio afecta a unos 900.000 trabajadores. Sin embargo,
pronto su contenido se extenderá al resto de los 3,9 millones de trabajadores y
trabajadoras metalúrgicas del país.
La noticia relevante, la que ha merecido
más atención y comentarios, no ha sido el incremento salarial firmado para el
año 2018 y 2019 que, aunque importante, está en consonancia con la evidente
bonanza económica de que disfruta Alemania, con los niveles de desempleo más
bajos de los últimos treinta años y con los fuertes incrementos de
productividad que en estos últimos años están viviendo las empresas y sectores
a los que afecta este convenio.
La noticia más valorada, como también
resaltan los propios líderes de la patronal y del sindicato firmantes, es el novedoso
capítulo de flexibilidad de jornada al que han coincidido en calificar
como “una base sólida para el sistema de horarios de trabajo flexible
para el siglo XXI”. Ha incorporado un nuevo concepto de flexibilidad
laboral por el que el sindicato ha aceptado incrementar la cuota de
trabajadores que pueden incrementar la jornada laboral semanal de 35 horas
hasta 40 horas por necesidades de la producción. Por otra parte la
empresa acepta que los trabajadores puedan reducir sus horas de trabajo
hasta 28 horas por semana por un mínimo de 6 y un máximo de 24 meses.
Se trata de una nueva flexibilidad
pensada para atender las necesidades de los trabajadores y trabajadoras, para
avanzar en la autogestión de la jornada laboral y poder compaginar y conciliar
el trabajo con el derecho a cuidar de sus hijos, atender a sus mayores,
estudiar, o simplemente trabajar menos. Ha representado un importante
paso que puede ayudar a responder a las nuevas exigencias sociales que demanda
el envejecimiento de la población, la necesidad de incorporar más mujeres en
los sectores industriales o para mejorar la conciliación familiar y laboral,
una exigencia hoy prioritaria de las nuevas generaciones.
El convenio ha abierto una nueva puerta
para que los trabajadores puedan compartir las fuertes mejora de productividad
que en Alemania ya está representando la implantación de la digitalización
y la Industria 4.0. Con el objetivo también, como han repetido los
líderes sindicales de IG Metal durante el proceso de negociación del convenio,
de “evitar que los beneficios de la innovación tecnológica representen la
concentración de la riqueza en los bolsillos de unos pocos y se agrave el
riesgo, cada día mayor, de la brecha social.”
Nos demuestra una vez más
que cuando las políticas sindicales
cuentan con iniciativa, innovación y la mayoría de los trabajadores están
sindicalizados, como en Alemania, la negociación colectiva se convierte en la
mejor herramienta, la más transformadora y más útil para regular las
condiciones de trabajo, para afrontar los retos que plantea el
futuro del trabajo ante los cambios que para el mundo del trabajo representan
la robotización, la digitalización o la Industria 4.0.
Nos recuerda además la enorme distancia
que nos separa de Alemania y de los Países Nórdicos en relación con el papel y
fortaleza de los convenios colectivos y su importancia en la regulación de las
condiciones de trabajo. Nos reitera la necesidad de reformar y reforzar nuestra
estructura de negociación colectiva y llenarla de contenido, de incorporar
nuevos instrumentos que garanticen una equilibrada correspondencia entre
flexibilidad y estabilidad. Precisamos reformar la negociación colectiva para
que sea capaz de ir más allá del porcentaje de incremento salarial e incorpore
también la justa relación entre los salarios y la participación de los
trabajadores en el resultado de la marcha de la empresa. Para que incorpore
nuevos derechos e instrumentos de información y participación de los
trabajadores y sus representantes. Para que promueva y facilite la formación
permanente. Que impida la discriminación salarial y promueva la igualdad de
oportunidades profesionales de las mujeres.
Este convenio del metal de Alemania
sirve también para desmentir a tantos sabios que vienen sentenciando el fin de
la acción sindical en las empresas y los sectores. Que vienen afirmando que hoy
el lugar de los sindicatos ya no está en los centros de trabajo, ni en los
convenios colectivos sino en las redes sociales, en las calles y plazas, en la
batalla ideológica.
Lo contrario, precisamente, de lo que
nos ha venido demostrado en estos últimos meses el sindicalismo alemán, de lo
que resulta de la encuesta, en el proceso de preparación de la
plataforma, a los 680.000 empleados que expresaron al sindicato que el tiempo
de trabajo ocupa un lugar destacado en su agenda de prioridades, de las huelgas
en defensa del convenio en los centros de trabajo y sus resultados en la mejora
de las condiciones de vida y trabajo.Esta exitosa estrategia sindical es la que
está posibilitando al sindicalismo alemán incrementar la afiliación de jóvenes
e incorporarlos a la militancia sindical.
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