Homenaje a Lluís Bassets.
Sin violentar
la legalidad, que tiene mala prensa. Una perla. No lo ha dicho un caricato para
ridiculizar a ciertos políticos que, en efecto, violentan la legalidad. Lo ha
dicho un alto cargo institucional que leía lo que estaba escrito en sus
apuntes. O sea, sin improvisar. Tal vez
lo dejó escrito el escribidor de sus discursos, pero el que dio la cara fue un
alto cargo institucional.
Naturalmente, si esto lo hubiera dicho un exponente
de la izquierda (alto, mediano o bajo; interno, externo o mediopensionista) le
hubieran caído en los sesos todos los rayos y centellas habidas y por haber. Y
no quiero ni pensar qué hubiera llovido si la frase (que encierra un potente
concepto) la hubiera dicho un sindicalista. Hubiera sido el acabóse.
¿Quién ha sido, pues? Paciencia, todo se andará. Como
reza el viejo proverbio cuyo origen desconocemos: primero se dice el pecado,
después el pecador.
El caballero que ha formulado ese constructo (o sea,
no se trata de una dama) considera que la legalidad
es una chuchería de quita y pon, algo contingente. La legalidad, entendida como mero envoltorio de manejo discrecional;
la legalidad concebida no como expresión del Derecho sino como prótesis versátil
para cualquier tipo de enjuagues, gomas y masajes. Así pues, las normas, como
las estadísticas, están para romperlas.
Alguien nos ha llamado la atención porque, desde
estas páginas, se han calificado las conductas de las derechas españolas como termidorianas. Pues bien, la guinda de
esas pautas termidorianas –ya diremos más adelante quién es el individuo— es no
hay que violentar la legalidad porque tiene mala prensa.
Digamos las cosas claras: este es un concepto de Régimen. Y, por ello, sorprende que currinches de alto
copete, comentaristas de brillantina y todólogos
de refinada sensibilidad no le hayan sacado los colores al caballero. Aunque no
es descaballeda la hipótesis de que si hubiera sido alguien de izquierdas o sindicalista
le hubieran crucificado con más clavos que al Nazareno. Pero como nadie (excepto
uno) lo ha mencionado, cabe la fundada hipótesis de que existe un marcado
conchabeo con la impunidad.
Excepto uno, digo. Quien se lo ha afeado ha sido el
reputado periodista Lluis Bassets. Miren su artículo El tirón . Y tras su lectura ya han descubierto ustedes
el pastel. Cierto, se trata de Francesc Homs, portavoz del Gobierno de la Generalitat de
Catalunya. Naturalmente, no pedimos ni su destitución ni su dimisión, porque
estamos a la espera de que siga, impávido, y nos mantenga informados de las evoluciones del
termidorismo, en este caso, nacional de Catalunya.
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