martes, 25 de junio de 2019

Ciudadanos y las hogueras de San Juan




Albert Rivera no levanta cabeza desde hace meses. No es que tenga mal fario, se trata de su empecinamiento en mantenerse en una línea que está provocando  hondo malestar en su partido, Ciudadanos.  El último problema lo ha tenido con las hogueras de San Juan. Son los casos, ya suficientemente conocidos, de tres importantes representantes públicos: Toni Roldán, que abandona el partido y deja el acta de diputado; Javier Nart, eurodiputado, que dimite de la dirección, y Juan Vázquez, portavoz en el parlamento asturiano, que dice adiós a todos sus cargos y a la vida pública. Las tres hogueras de San Juan. Hasta la presente Albert Rivera no ha dicho ni oxte ni moxte. Lo ha puesto en las manos de Juana de Arco, martillo de herejes que vino a la política a ponerse el mundo por montera y se ha quedado en pura azafata de asuntos internos.

No es un problema –insistimos--  de mal fario. Es el resultado de una singular paradoja: aunque Ciudadanos consigue unos resultados buenos en las pasadas elecciones generales, no se cumple el desiderátum del grupo dirigente, a saber, pasar por delante (sorpasso) del Partido Popular, en el que creían (e hicieron creer) a pies juntillas. Así pues, Casado seguirá gobernando el latifundio de la derecha, mientras Rivera continuará como mayoral. Más todavía, en los lugares donde Ciudadanos toca pelo lo hace como consecuencia de un brusco golpe de timón a través de lo que siempre negaron: los pactos con la ultraderecha española. El pretendido regeneracionismo de los de Rivera es pura farfolla de quita y pon.

Ciudadanos, con tantas vueltas y revueltas,  ha hecho evidente su doble crisis: de proyecto y de dirección.

Crisis de proyecto, que viene de los primeros momentos de su fundación: un partido que se atribuye un barniz de socialdemócrata y cuatro duros de liberalismo. Es, evidentemente, la chapuza de intentar aunar en una misma posada a personalidades de una y otra corriente. Pasa el tiempo. Las esperanzas fundacionales no se cumplen y se apuesta a la brava por substituir al Partido Popular, herido de muerte según Rivera. La apuesta de Rivera es chocante: hay que competir, primero con Rajoy, y, después con Casado, con la misma política de éstos. La misma receta para hacer el baldeo de cubierta a base de jabón lagarto. 

Crisis de dirección. Estudiando las biografías y los códigos de comportamiento del grupo dirigente de Ciudadanos se observa que la mayoría tiene toda la pinta de ser ayudantes de jefes de negociado, subalternos de categorías intermedias, acostumbrados a la obediencia y al movimiento versátil de la espalda. Eso sí, duchos en la maniobra artera que se practica en las covachuelas de la administración.  

No hay comentarios: