domingo, 7 de octubre de 2018

Ultimátums de chichinabo




En Cataluña tenemos un nuevo deporte: el lanzamiento de ultimátums. De manera que no se es nadie si no lanzas un desafío de ese tenor. Es posible que se generalice y se sirva a granel.

Del palacete de Waterloo llegó la orden taxativa que Torra, perinde ac cadaver, cumplió como manda la férrea disciplina de los hijos de Ignacio de Loyola. Hay que dar un ultimátum a Pedro Sánchez. O caja o faja. El desafío duró lo que duró. Un ultimátum insólito.

Lo nuevo es que dicha técnica ha hecho fortuna: los comités de defensa de la República, el subsuelo del independentismo, plagia la idea. Pero con una variante, no menos insólita: le dan el ultimátum a Torra para que se decida a proclamar la república. Torra, el alguacil alguacilado.

El nuevo deporte sigue su camino con la Assemblea Nacional Catalana. Lanza su ultimátum al gobierno catalán: o elaboras una estrategia convincente o te vas a enterar. Lógico, porque la ACN llevaba cierto tiempo al baño María y estaba viendo que el subsuelo le iba comiendo el terreno. O sea, la proustiana búsqueda del tiempo perdido se ensaya sobre la base de lanzar ultimátums.

No parece que ninguno de estos sujetos haya leído a maese Nicolás Maquiavelo. El ilustre secretario dejó dicho dijo aproximadamente que si amenazas debes estar seguro que la llevarás hasta las últimas consecuencias. Estos ultimátums son amenazas de chichinabo. Es algo así como el «te vas a enterar» de mostrador de taberna. En cualquier caso, es insólito en el tradicional escenario político de Cataluña. Aquí, por lo general, nunca se amenazaba, sólo se insinuaba con acentos florentinos.

Cataluña o la proliferación de lo insólito. Como inusual ha sido la manifestación de miles de Mossos de l´Esquadra ayer sábado en Barcelona. Todo un enfrentamiento al presidente vicario de la Generalitat exigiendo respeto y dignidad. Insólito. Y para mayor estupor de las autoridades catalanas: cuando la manifestación pasa por la Vía Layetana aplaude a los policías nacionales.

Ante tanto trajín me permito invocar la famosa aria de La forza del destino (Verdi) que inmortalizó Montserrat Caballé: “Pace, pace o Dio mio”. https://www.youtube.com/watch?v=XSwmrvGiz4Q. La voz de la Caballé fue agradablemente insólita. Ahora se sienta a la diestra de Dios madre: Maria Callas. 


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