sábado, 6 de octubre de 2018

El PP no tiene quien le escriba en Cataluña




La derecha carpetovetónica no tiene remedio en Cataluña. Afortunadamente. He perdido el número y el nombre de primeros  espadas que han estado al frente del Partido Popular en Cataluña. Todos han durado el sueño de una noche de verano. Ahora le toca el turno al áspero Albiol que pasará a otro conmilitón la vara de mando del partido. Más todavía, todos los defenestrados han salido por la puerta de atrás.

No se trata de mala suerte, es el resultado de múltiples factores que hacen de esta bronca organización una anomalía en Cataluña. Como mínimo estos pueden ser las razones de tal irrelevancia:

n  La posición histórica de las derechas catalanas de matriz centralista de enfrentamiento rijoso con la cuestión catalana.
n  Lo que le ha impedido un análisis político de la sociedad.
n  La ausencia de líderes sociales en las capas tectónicas catalanas: ningún movimiento ha contado nunca con personalidades inscritas en el partido. Eran y son líderes de mesas, no de masas.

Por otra parte el espacio político, potencialmente orgánico, del Partido Popular ya estaba cubierto por la derecha granconvergente de Jordi Pujol. A estas alturas vale la pena recordar que considerable número de alcaldes franquistas se pasaron al pujolismo en las primeras elecciones municipales. Tales alcaldes se acostaron franquistas y se levantaron de buena mañana en el regazo del Patriarca. Buen olfato el de aquellos galápagos.

La derecha catalana siempre se sintió cómoda con las políticas económicas de Convergència. El resultado de las primeras elecciones generales con la victoria de socialistas y comunistas les espantó. Pujol  era la garantía de que aquello no fuera a más. Un Pujol que siempre pareció un aval para que el parné siguiera en las manos de los de siempre. 

Ahora, desde la derecha, le ha salido otro competidor (aparte de Ciudadanos): es el grupo llamado Lliures que lidera un personaje tan versátil como Teixidó  que cursó estudios primarios en la Liga Comunista Revolucionaria, se graduó en el Centro Democrático y Social (de Adolfo Suaréz) y se licenció en Convergència. Lliures, digo, se llama, y es el ajuntamiento de una cierta agrupación de agraviados del independentismo.

No sería, pues, extraño que el nuevo dirigente del PP dure tanto como sus predecesores. Pero eso ya se verá.



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