jueves, 18 de octubre de 2018

El independentismo necesita muertos




«Sin muertos la independencia de Cataluña tardará más», ha declarado Agustí Colominas, uno de los principales ideólogos del hombre de Waterloo y de su Enviado en la Tierra, Quim Torra. (La prensa barcelonesa lo explica detalladamente) Toda una exhibición de tenebrismo. Como es natural nadie de sus conocidos y saludados le ha pedido explicaciones. Desde el palacete de Waterloo no se ha dicho ni oxte ni moxte.

Este Colominas tiene una biografía repleta de altos cargos institucionales así en la vieja Convergència como en la Generalitat, y precisamente ahora es uno de los hombres fuertes para organizar la enésima transubstanciación del viejo partido de Jordi Pujol, la Crida Nacional per la República.  En resumidas cuentas, el caballero ha ido saltando del coro al caño y del caño al coro. Realmente la política de empleo de la Generalitat es, según para quién, asaz generosa.

Colominas es de los que tienen prisa. Y, tomando nota de que la revolución de las sonrisas ha sido un fiasco, se desliza ahora hacia las pompas fúnebres. Aunque bien mirado no es nada nuevo la fascinación que la muerte –junto a los correajes y las botas altas-- ha tenido en diversos movimientos sociales y políticos del siglo XX. En el caso de este Colominas parece ser que es algo sobrevenido.

La muerte como elemento de reconducción de un proceso que ha ido a salto de mata. De un procés radicalmente fracasado, que ahora necesita muertos. Naturalmente este Colominas no será quien se inmole, lo suyo es dirigir desde la sala de máquinas de las covachuelas del Palau. A lo máximo que llegará este personaje es a ser el novio de esas muertes.

Él, profesor de Historia, sabe que los muertos los ponen los de siempre. De modo que, no hace falta insistir en demasía. La invitación de Colominas es el resultado de la exasperación de ciertos sectores del independentismo por los resultados de una caminata hacia ninguna parte. Pero hay algo más: es una invitación en regla a que ciertos sectores proclives a tener menos prisa se dejen de pamplinas y componendas.

Conclusión provisional: la Crida de Puigdemont arraca con un tenebroso genoma, la necesidad de un muerto. Pero que lo pongan los de siempre. Con la estética de Gabriele d´Annunzio.

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