viernes, 11 de mayo de 2018

Cataluña de Anás a Caifás




Ciertas convenciones democráticas se han degradado en Cataluña. Primero fue Artur Mas que decidió orientar su dedo índice en dirección a Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat.  Ayer mismo el hombre de Berlín repite el gesto y señala como candidato a Quim Torra. Comoquiera que no cuentan ni el partido, ni el grupo parlamentario el Ausente ni siquiera respeta las formas. Es el Enviado de Macià en la Tierra y cree tener la potestad para ello y lo que encarte. Más todavía, la designación le atribuye facultades en precario: presidente del «gobierno interior», vale decir: desde el cabo de Creus hasta Sant Carles de la Ràpita. Sólo con funciones vicarias. La presidencia mundial seguirá en manos del Ausente. Torra, así las cosas, sería en delegado del gobierno de la República catalana en el exilio. O lo que es lo mismo: cualquier decisión político-administrativa estará bajo sospecha: ¿viene de Berlín o de las covachuelas del Palau de la Generalitat? Naturalmente, este Torra respondería que sarna con gusto no pica.

Artur Mas decidió que su candidato fuera uno de sus fieles seguidores. El Ausente ha hecho tres cuartos de lo mismo. Ha buscado en su escudería y, finalmente, decidido que un hombre sin gestión política y de gestión conocidas fuera el hereu. Ni siquiera ha tenido en sus manos el bastón de mando de una alcaldía.   

Cierto, los hechos dirán. Pronto sabremos si este maestrillo tiene su propio librillo o qué. ...No sería justo que presumamos fatalmente que todo está cantado en Cataluña. Es verdad que de la biografía de Torra –me resisto a llamarle familiarmente Quim--  se desprende que será «más de lo mismo», pero no sería prudente darlo como definitivamente dado. Hay experiencias numerosas que cuentan que no pocos designados asesinaron al padre y mentor. En todo caso siempre le perseguirá toda una serie de twitters exhibiendo un supremacismo de la más pura escuela lombrosiana. 




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