sábado, 2 de diciembre de 2017

Hay que colgarles



Al independentismo se le ha helado la sonrisa cuando ha comprobado que el Estado no es un convento de ursulinas. Ya lo dijeron Maquiavelo y Hegel, pero los grupos dirigentes del pueblo santo se hicieron el sordo. Peor todavía, a ciertos grupos les ha salido la sonrisa de hiena y sacado lo peor de sus adentros. Desde este mismo blog alertamos de la emergencia de una nueva pulsión: los gritos en demanda de auxilio a Terra Lliure de parte de grupo de manifestantes en la última manifestación barcelonesa. No bastaban, pues, las sonrisas, era preciso volver a las pistolas de Terra Lluire.

Lo que viene a cuento porque un grupo de alguna franquicia de asimilados a Terra Lliure, o esta misma organización, ha colgado en todo lo alto de un puente de la carretera de Tona a Vic unos monigotes que simulan ser ahorcados por votar a los partidos adversos al independentismo. No, de ninguna de las maneras; no son sonrisas todo lo que reluce en el independentismo. Ahora se ha pasado al linchamiento, que ya no está físicamente en las llamadas redes sociales. Está físicamente en la realidad como aviso macabro.


De momento ninguna formación política independentista ha dicho oxte ni moxte sobre los linchamientos. No hay que desanimar a nadie si se quiere hacer un pleno el día 21 de diciembre. Todo es válido para poner en tensión la escatología: desde las sonrisas de las ursulinas hasta la acción asesina de los escuadristas. Ahora bien, si alguna de estas fuerzas políticas agradecidas dijeran algo sobre el particular sería cosa de analizar bien lo que digan. Peligro de decadencia en Cataluña. De decadencia moral. 



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