jueves, 29 de junio de 2017

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Que dure



Reunión de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias el Joven. El encuentro se celebró en el Congreso de los Diputados este martes pasado. Las declaraciones posteriores de Iglesias y Sánchez, con tono sosegado y constructivo, avalan que la sentada podría iniciar un estilo diferente de relaciones entre las dos formaciones de la izquierda. Siempre y cuando no haya quien desde una u otra –o de ambas— quiera poner palos a las ruedas de la carreta.  De momento, Iglesias ha evitado el tonillo profesoral y Sánchez nada le ha afeado al de Podemos. Que dure.

Todo indica que la reunión ha servido para poner encima de la mesa una lista de problemas que pueden ser abordados de manera aproximadamente común por ambas formaciones en la tarea parlamentaria. Que dure. Vale la pena reseñar que dicho temario se refiere principalmente a la «cuestión social», considerada con razón lo prioritario en estos momentos. Es decir, pensiones, salario mínimo, negociación colectiva, lo que ambos han llamado «el rescate de la juventud» y la reforma del Estatuto de los Trabajadores. Lo que demuestra la influencia del sindicalismo confederal en sus reuniones con ambos partidos. Disculpen la aparente vulgaridad: lo primero son las cosas de comer. Y dicho en culto: primum vivere.


De momento a las derechas les ha dado un ataque de alferecía. Arrecian los ataques a Sánchez que es acusado de podemizarse. Y desde otro ángulo, pronto veremos que se tilde a Iglesias de blandengue. Podemizarse como fórmula del Partido Popular en un intento de tapar su latifundio de desvergüenzas. Blandengue como inicio de una ristra de acusaciones orientadas a mostrar que Iglesias pierde sus señas de identidad.  Entiendo que tanto el encuentro como el temario podría ser el intento de abrir un itinerario de nuevas relaciones entre las izquierdas, que Íñigo Errejón ha denominado acertadamente «la competencia virtuosa». Que dure. De momento, tomamos nota de lo que podría ser una novedad. Una novedad de la que debe sacarse provecho. Y aprender de la razón pragmática de las buenas relaciones de las izquierdas. Pues, es sabido, que el cainismo y, especialmente, sus diversas exhibiciones han servido (con perdón) para joder la marrana.


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