sábado, 10 de junio de 2017

Jeremy Corbyn y nosotros



La gauche divine siempre le perdonó la vida a Jeremy Corbyn. Incluso algunos de su misma quinta le llamaron vejestorio. Y, sin embargo, es el vencedor moral de las elecciones generales en el Reino Unido. Lo reconoce un diario poco sospechoso de veleidades de izquierda como La Vanguardia. Es más, le llamaron administrativamente político tronado, de ideas que –según ellos— están fuera de la modernidad. Este fue también un latiguillo recurrente en la confrontación interna de los socialistas españoles. O, lo que es lo mismo, el cainismo que hemos visto en el PSOE intentaba, a su vez, desacreditar al dirigente laborista británico. Doble fracaso, pues. Porque han perdido la batalla en el socialismo español y en el británico. Por lo que se ve, los muertos que algunos matan gozan de buena salud.

El Gotha laborista no cayó en la cuenta de un fenómeno nuevo que se estaba operando en las ciudades británicas: amplios sectores de la juventud obrera y universitaria estaban movilizándose por el viejo Corbyn. La aristocracia socialista estaba más pendiente del Financial Times que de lo que ocurría en la calle, y más atentos a los salones que a los pubs. Es la idiosincrasia de las vacas sagradas.

Vale decir, con nuestro Antonio Lettieri, que «quien se ha tomado la paciencia  de leer el Manifiesto electoral del Partido Laborista se ha sorprendido ante unas propuestas inequívocamente de izquierdas, que en Gran Bretaña no se habían visto desde los tiempos de Michel Foot, en los primeros años de la era tatheriana. Este programa ha sido atacado  ferozmente por la derecha del partido, y ha sido juzgado como algo residual del siglo pasado» (1). Tres cuartos de lo mismo se ha oído en España para algunas de nuestras cosas domésticas. En efecto, el programa del «viejo» propone renacionalizar las empresas privatizadas por aquella Dama de Hierro, incrementar el gasto social,  entre otras. Que, a buen seguro, provocaron fuertes ataques de alferecía en las covachuelas del Labour.

En principio podemos decir que Corbyn ha asestado un buen cogotazo a la sombra alargada de aquella infausta tercera vía de Giddens – Blair, en gran parte responsable de las patologías de la socialdemocracia europea. Todavía más, quien ha sido considerado  despiadadamente como un «vejestorio» ha dado al Labour un balón de oxígeno a la izquierda. Lettieri, mordazmente, señala «que ese balón de oxígeno no se dirige a la izquierda que se avergüenza de serlo». Así pues, aires nuevos en el laborismo y, momentáneo archivo, del alcanfor de la sonrisa vertical de Blair y sus atalajes.

Apostilla. Quienes necesiten sugerencias conversen con Corbyn. Nuestro hombre habla perfectamente el castellano. Lo practica a diario con su esposa que es mejicana.



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