sábado, 9 de noviembre de 2013

UNA LECTURA CRÍTICA DE LA CONFERENCIA DEL PSOE

He tenido la oportunidad de leer de cabo a rabo el texto programático que los socialistas están discutiendo este fin de semana en Madrid. Agradezco al amigo Carlos Combalía que me lo enviara hace ya algunas semanas. Así es que he tenido tiempo para sacar algunas conclusiones provisionales a la espera de ver en qué acaba el evento. De momento no entraré en la pormenorización de las propuestas del texto programático (eso lo dejaremos para otra ocasión) sino en dos cuestiones de orden general.

Primera. --  Aunque los redactores han procurado no dejarse nada (o pocas cosas) en el tintero es evidente que se trata de una vasta elaboración en toda una serie de materias, económicas, sociales, políticas y culturales que, también de momento, no valoraré. Sin embargo, en esta primera consideración me interesa sacar a colación a C.B. Macpherson. El mismo que en La democracia liberal y su época se interrogaba lo siguiente: «¿Qué tipo de Estado hacía falta para este tipo de sociedad?» (1). O, lo que es lo mismo, qué tipo de Estado hace falta para el mejor acomodo posible de las propuestas de los socialistas.

Me explico: el grupo dirigente del PSOE ha estado desacertado en no situar la «cuestión federal» en el texto programático. De manera que no es posible saber en qué eje de coordenadas se inscriben sus propuestas. Entiendo, pues, que no será útil esta conferencia porque –para evitar una cuestión tan espinosa en ciertos sectores, ¿solamente en las vacas sagradas?--  establece una escisión entre las propuestas (ya planteadas) y el «modelo de Estado que hace falta» (todavía por definir). Pongamos que hablo de lo siguiente: de la reforma fiscal en un Estado federal y sus implicaciones en las políticas de welfare en dicho Estado federal.

Segunda.--  De una atenta lectura se constatan dos cosas: a) una ausencia de jerarquía de las propuestas y, por tanto, una cierta confusión de prioridades; y b) una absoluta desatención por los vínculos y compatibilidades entre todas y cada una de las propuestas. Esto último es un vicio generalizado de la política y, ¿por qué no decirlo?, de las propuestas de los sujetos sociales, incluido el sindicalismo confederal. Es como si las diversas variables de un polinomio algebraico no estuvieran vinculadas entre-sí. O, como he dicho en otras ocasiones: un conjunto de tapas variadas (por magníficas que fueran) no conforman un menú. Que la política no es una ciencia exacta (o ni tan siquiera una ciencia, sino un artificio) no impugna la mayor. 

Apostilla.--  La verdadera apuesta por el federalismo de los socialistas se verá cuando su literatura programática encaje, con los menos chirridos posibles, en el tipo de «Estado que se necesita». Y la sostenibilidad de las mismas se verá a prueba tras el establecimiento de los vínculos y compatibilidades de todas ellas entre sí, esto es, de la consistencia del polinomio.  

(1)    C.B. Macpherson en La democracia liberal y su época. (Ciencia política, Alianza Editorial, página 50)



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