Un auténtico terremoto: Mariano Rajoy es llamado a
declarar como testigo en el caso Gurtel. Testigo o el que da testimonio de
algo. Y si da testimonio es que no andaba lejos de donde ocurrió ese «algo».
Por cierto, ¿cuántos afirmaron que Mariano sería llamado a declarar? No es mi
caso. Pero seguramente habrá astrólogos de baratillo que dirán, tan panchos,
que ellos ya lo dijeron en la barra de la taberna de la esquina. Ahora lo que
se ventila es si el susodicho testificará a través del plasma o se personará en
directo. Ya lo veremos.
Podemos afirmar, no obstante,
que (tanto en plasma como en directo)
Mariano se acogerá a la doctrina del nomeconstantismo. A saber, esa
técnica del «no me consta» que se ha puesto de moda. Que indica lo que los
antiguos definían como «llamarse Andana». La han manoseado ad nauseam tanto
patricios como plebeyos, tanto los de sangre azul como la verde, el color de
los billetes, billetes verdes. «No me consta», u otro similar y menos manido,
será el concepto sobado que usará Mariano. El hombre de Pontevedra sometido a
la prueba del algodón.
Si dice lo que sabe hunde a su
partido en una fosa abisal. Si no le consta quedará como un calzonazos que nada
sabía, un títere manejado por los covachuelistas de la calle Génova.
Sea como fuere España está en
coplas en el mundo. Una coincidencia astral ha hecho que coincidan en el
espacio—tiempo lo de Mariano y lo de Rodrigo. Mariano o el testigo; Rato, el mega ex, que ha visto
cómo ha saltado por los aires su secreto de dimitir del Fondo Monetario
Internacional. Por cierto, la señora Lagarde todavía es el momento para que nos
ofrezca una explicación. Aunque tal vez a ella tampoco le conste.
Y mientras tanto algo está en
desuso: ese constructo de la «Marca España». Quienes la acuñaron y publicitaron
han contribuido poderosamente a enterrarla. Un momento: la marca España que
debe resaltarse es que un Tribunal de Justicia ha llamado a declarar al
presidente del Gobierno como testigo. Con la exigencia de decir verdad.
Postdata.-- ¿No habrá alguien que le meta mano a una
novela o relato que recuerde La Corte de
los Milagros de aquel trueno de don Ramón María del
Valle-Inclán? Al finalizar estas líneas me entero de la detención de
Ignacio González y sus macabeos.
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