miércoles, 8 de febrero de 2017

Varoufakis y Podemos

VaRUFAKIS AVISA A PODEMOS: "NO PERMITAN QUE LA TROIKA LOS DIVIDA. SI LO CONSIGUE, LES DESTRUIRÁ"   (1).

Pero hasta donde todos sabemos no es la troika la que está metiendo cizaña en Podemos. Son las diversas banderías palaciegas las que dirigen una bronca de todos contra todos. Y precisamente en el peor momento de su corta biografía. Así pues, no es la troika la que intenta destruir a Podemos, sino ellos mismos los que se empecinan en avanzar hacia el despeñadero. Porque en esa trifulca ninguno de los bandos es inocente. Precisamente en un momento que no presagia nada bueno en la escena internacional, así en Norteamérica como en Europa. Posiblemente Varoufakis no está bien informado.

Podemos se dirige a Vistalegre 2. Y cada día que pasa el rayo que no cesa de la bronca aumenta sus decibelios. Por lo que nadie sabe cómo acabará la convención podemita. Ahora bien, sea como fuere el evento acabará o con un claro vencedor o en tablas o sin orden ni concierto. En la primera de las hipótesis la zahúrda seguirá a toda la geografía del partido. El ganador y sus discípulos intentarán una paz cartaginesa. Cartago será destruida.  Ríanse ustedes de anteriores escisiones de las izquierdas. Lo del PCE será una jaculatoria.

Hasta ahora se han dado no pocas explicaciones sobre la naturaleza de este descomunal bochinche. Una de las más juiciosas las dio ayer, precisamente en este mismo blog, un lúcido Javier Terriente.  En De Vistalegre 1 a Vistalegre 2 que, todo hay que decirlo, ha tenido unos niveles de ´audiencia´  muy elevados. Hoy, en La Vanguardia, Pablo Iglesias el Joven, ha declarado algo que añade más motivos de preocupación al análisis del primer dirigente de Podemos. Ha dicho: «Llevamos diciendo desde el 15 M que vivimos unos tiempos que recuerdan a la república de Weimar» (2). Es, a mi juicio, un planteamiento de un politólogo despistado, no de un político atinado. La hipótesis de ese recordar a Weimar puede ser atractiva, pero no por ello deja de ser desacertada.

Ahora bien, si Iglesias tuviera razón en ello, vale la pena decir que no ha aprendido nada de aquel momento histórico. La profunda división en el seno de la izquierda y la lucha fraticida en el interior de los partidos no es la mejor técnica para los tiempos que corren.

En definitiva, los problemas de Podemos vienen de muy atrás. De haber hecho un diseño político con tiralíneas y de un análisis francamente despistado. En todo caso, depende de ellos –solamente de ellos, y no de la troika--  la reorientación de todas las moléculas de Podemos. En caso contrario, la orientación política que se impondría sería que el último apague la luz.

Sergi Pàmies ha escrito recientemente algunas de sus vivencias en relación a las vicisitudes de la ruptura de los comunistas españoles: «Pero como alguna vez os habéis proclamado herederos del internacionalismo de izquierdas, os contaré una escena que tuve la desgracia de vivir demasiadas veces. Camaradas de combate y hermanos de compromiso unidos por una misma causa que, arrastrados por el tipo de obstáculos aparentemente insalvables que hoy os obligan a adoptar expresiones teatralmente mefistofélicas y rasputínicas, se acababan peleando a causa de un guion marxista-leninista o de cualquier otra chorrada.

»Quizás porque todos eran ateos, las peleas eran bíblicas y degeneraban en abismos dogmáticamente religiosos. De modo que los hermanos, camaradas y amigos dejaban de serlo por decreto orgánico y de repente sus hijos perdíamos el afecto de parte de la tribu. Y así, de escisión en escisión, de congreso en congreso, de coalición en coalición, hasta la derrota final. Pero, pasados los años, un camarada de los que inspiraron el compromiso común cuando todo empezaba fallecía. Era un camarada que no estaba lo bastante preparado para pertenecer a la élite elocuente y mediática pero sí para dar sustancia moral a las siglas. En estos funerales, los escindidos, los peleados, los hermanos de cárcel, huelga y exilio se reencontraban. Se reconocían en el dolor por la ausencia y si aún les quedaba algo de decencia, se abrazaban al salir del tanatorio, y como harán Errejón e Iglesias cuando coincidan en el funeral de uno de sus actuales hermanos de causa, se preguntaban: “¿Tú recuerdas por qué nos peleamos?”.
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