Homenaje a Sidney y Beatrice Webb
Una de las joyas de
mi biblioteca es Historia del
sindicalismo, 1666 – 1920; sus autores son Sydney y Beatrice Webb, editado en castellano el año 1990 por el Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social, traducido por Antonio Gimeno. No hace falta
insistir en la solvencia de este famoso matrimonio y en la seriedad de
sus investigaciones. Antes de que se me olvide: repito por enésima vez que tan
importante volumen no debería faltar en las bibliotecas de las casas
sindicales, especialmente en los departamentos de formación sindical.
Pues bien, una de
las cosas que más me llamó la atención de esta investigación fue lo siguiente:
durante un tiempo relativamente largo, las Unions inglesas, en sus primeros
andares, establecieron una condición para elegir a los dirigentes sindicales:
consistía en una especie de examen al candidato a un cargo concreto. Lo hacían
con todos los requisitos: un temario previamente conocido por los aspirantes y
un tribunal ad hoc.
Los Webb no aclaran si ello figuraba en los estatutos o era una costumbre que
se había ido generalizando; es más, no nos informan de cómo y quiénes componían
el Tribunal de los exámenes, ni tampoco nos dicen si aprobar el examen era una
cuestión que determinaba el acceso al cargo. Tampoco refieren los Webb en qué
momento se perdió tan sana costumbre y qué motivos llevaron a ello.
Siento, pues, no dar más formación al respecto, ni siquiera decir en qué página
del libro se encuentra esta cosa. Pero fíense de mi memoria o, mejor dicho,
accedan, lean y comprueben la veracidad de esta experiencia de nuestros
taratabuelos ingleses de la primera mitad del siglo XIX.
La pregunta es:
¿tiene sentido que hoy se recupere aquella costumbre? ¿Y en qué condiciones? La
respuesta a esta pregunta requiere una investigación previa. A saber, ¿cómo se
forman los grupos dirigentes sindicales a todos los niveles? ¿qué grado
de movilidad tienen? ¿qué biografía sindical concreta en cada nivel de
responsabilidad: negociación de convenio o expediente de crisis y demás? Un
trabajo de campo de estas características nos daría una aproximación de la
calidad de los grupos dirigentes sindicales, de cada dirigente sindical en
concreto. Ciertamente, no sería extraño que hubiera fuertes resistencias. Pero,
entonces estaríamos sin saber si los grupos dirigentes se adecuan o no al
conjunto asalariado realmente existente, el más informado de la historia.
Por supuesto, no se
trata de sacrificar la representatividad de los dirigentes en aras de unos
conocimientos académicos o no. Lo que se plantea con el hecho de “examinar” a
los candidatos antes de que accedan a los puestos de responsabilidad es tener
conocimiento individualizado de la virtù (en los términos que
Maquiavelo daba al concepto virtù)
de cada cual. Es más, para mayor tranquilidad de los timoratos, podría
establecerse que el “examen” no conllevaría nota (aprobado o suspenso) que
impidiera ser elegido. Dejo abierta esta posibilidad: el “examen” podría
caracterizarse porque el candidato hiciera una tesina sobre su experiencia personal como
sindicalista u otros temas a considerar; por ejemplo, el examinando podría
disertar en su tesina sobre las propuesttas innovadoras que
ha planteado él mismo en tal o cual convenio o negociación, aunque no hayan
salido adelante. De igual manera, tranquilizo al personal: no se trataría
de abrir esta experiencia de golpe y porrazo sino haciendo alguna
experimentación piloto. Dejo, por el momento, de lado cuestiones tan relevantes
como el plan de estudios, las características de quienes componen el Tribunal y
otras cosas de no menor importancia.
¿En qué me baso para
hacer esa propuesta? En algo tan elemental, como poco estudiado: el conflicto
social es, sobre todo, un conflicto de saberes. Sabiendo solamente la regla de
tres simple no llegamos a ninguna parte; a ninguna parte que valga la pena. Y
también es cierto que siendo solamente un letraherido tampoco gobernaremos el
timón de la nave.
Sea como fuere,
téngase en cuenta o no la propuesta, al menos esta entradilla le habrá picado
la curiosidad a algunos para saber qué escribieron los Webb y qué desarrollo
tuvo el itinerario sindical de nuestros antepasados: a ellos les debemos
conquistas sociales, bienes democráticos y una organización estable, el
sindicalismo.
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