Estimado Monseñor Casaldáliga, perdonéle usted a este descarriado Conseller, aunque sepa lo que hace. Suyo, JLLB
Tu
quoque Comín?
El flamante consejero de Sanidad de la Generalitat de Catalunya ha venido a
decir que para arreglar el problema de las listas de espera hay que aguardar a que Cataluña sea independiente (1). Digamos que es una indigesta píldora
publicitaria militantemente de engañabobos. Ahora bien, los asesores de la
Generalitat, gente que no quiere pillarse los dedos, alertan de que «la
desconexión legal tardaría años» (2). No podemos asegurar que el consejero Antoni Comín pueda inferir
conclusiones entre la duración de las listas de espera y los años que
transcurran hacia una hipotética independencia de Cataluña. Porque este
caballero tiene la sesera en otras consideraciones.
Antes de entrar en materia
estamos en condiciones de afirmar lo siguiente: los rumores que corrían sobre
la seriedad de este caballero eran exagerados; las hablillas que circulaban por
los mentideros de Barcelona acerca de la capacidad de Antoni Comín de sentir realmente –retórica aparte—
los problemas de la gente eran infundados.
A Antoni Comín se le supone una
formación «de libro» lo suficientemente amplia en el terreno de las Humanidades
--es filósofo licenciado e impartió clases en ESADE-- como para seguir creyendo en lo que siempre
afirmó, según relatan sus amigos, esto es: en las enseñanzas de Emmanuel Mounier y sus discípulos, los
personalistas. O en las enseñanzas de Monseñor Pere
Casaldáliga. A saber, que la condición de las personas está por encima
de las contingencias políticas. De manera que endosar a una hipotética
independencia de Cataluña la resolución de tan graves problemas como las listas
de espera es, además de una superlativa contravención del personalismo, una falta de respeto a la filosofía humanista y a la
política cuando es noble. Es más, yo diría que su planteamiento es una
expresión de lo más viejuno de la política demagógica y una justificación de su
propia incapacidad para resolver los problemas más urgentes de su consejería;
es, además, una hijuela de antañonas formulaciones, disimuladas con cinco duros
de ideología: en el socialismo se resolverán tales y cuales problemas.
Ahora bien, mejor pensado es
sobre todo una clara expresión de los famosos marranos españoles, vale decir,
de quienes –tras dejar de ser judíos y abrazar el cristianismo-- ostentaban un exagerado fervor para no
infundir sospechas: Torquemada
era bien quisquilloso y por menos de un quítame allá esas pajas te dejaba frito
como un calamar. En el caso que nos ocupa podemos decir que este Comín ha
elevado la nota hasta un do de pecho, al menos, en dos ocasiones: la primera es
la que estamos comentando sobre las lista de espera; la segunda, el entusiasta
elogio que hizo de su antecesor en el negociado, Boi Ruiz,
al asegurar que de él «ha recibido una buena herencia» (3). Me pregunto también si este filósofo
licenciado tenía necesidad de tan extraño e infundado ditirambo.
Definitivamente tiene razón George Steiner: «Las personas no tenemos raíces
sino piernas. Sólo los árboles tienen raíces».
5 comentarios:
Brillante como siempre, José Luís...
De pena. De gran pena pobre hombre; este Sr. Comin de poco se queda calvo el primer dia que sale en Publico ya insultando al sentido común. ¿ será pisible??,
Cosas que pasan en Cataluña ...
He llegado a este blog de casualidad y al ver que se comentan algunas actuaciones de Toni Comín me gustaría añadir mi desengaño total con este hombre al que no conozco pero si conocí la obra de su dignísimo padre Alfonso Carlos Comín que fue para mi un referente moral en mi juventud. Me resultaría imposible verlo en esa posición insolidaria con los otros pueblos de España que ahora adopta su hijo. Decir que las listas de espera desaparecerán cuando llegue la independencia es, además de mentira, una canallada propia de un fariseo, indigna de la herencia de su padre.
No conozco a Toni Comín pero si la obra de su dignísimo padre quien fue para mi un referente moral. Sentí vergüenza cuando le oí decir algunas cosas como que las listas de espera desaparecerán con la independencia. Creo que Alfonso Carlos jamás hubiera dicho eso.
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