Antiguamente una de las expresiones más
socorridas del dialecto político de las izquierdas era la «piedra de toque». La
usábamos en su sentido metafórico, ya que en la realidad es una piedra que
sirve para conocer la pureza del material con el que está hecha una pieza, por
ejemplo el oro y la plata. Para los viejos y jóvenes, sin embargo, la piedra de toque era algo así como la materialización de nuestro compromiso
solidario con una causa general de absoluta referencia. Por ejemplo, nuestra
actitud hacia la lucha del Vietnam era la «piedra de toque» del internacionalismo
proletario. Hoy podríamos decir que la piedra de toque de las libertades
democráticas es el compromiso militante con los 8 de Airbus y del derecho de huelga. Con el
tiempo, sin embargo, se dejó de hablar de la piedra de toque, que ni siquiera
fue substituida por algo pedagógicamente similar.
Todo ello viene a cuento por algo que no deja de ser
chocante. Ustedes están suficientemente informados de la urticaria que los
viejos galápagos del PSOE exhiben con tal que Pedro
Sánchez no pacte con Podemos la
formación de gobierno: esos «estúpidos viejos que quieren seguir manejando
siempre la autoridad que han cedido» que dijera Goneril, una de las tres hijas del rey Lear,
según dejó escrito el ilustre inglés.
Pongamos que hablo de Emiliano García-Paje, presidente de la comunidad
castellano-manchega, que fue investido gracias a los votos de Podemos.
Queriendo o sin querer García-Paje, que visita con frecuencia el nido de los
galápagos viejos, no sólo ha aprobado los presupuestos de la comunidad sino que
hace un elogio del apoyo recibido de los podemitas. Lo ha hecho con lúcida
necesidad: «Hoy damos un buen ejemplo en España de que se pueden cambiar las
cosas de raíz sin romper nada». De donde, aplicando medio kilo de lógica formal,
se puede inferir que ese «buen ejemplo» pro
domo García--Paje es bueno para
España. Es decir, así las cosas, ¿por qué no puede ser bueno en casa de Sánchez
un acuerdo general de esas o parecidas características? Posiblemente porque la
política y sus artificios están en función de otras contingencias que, en el
caso de los viejos galápagos, son –lo diremos con educación-- inescrutables. Y de aquí estaríamos en
condiciones de afirmar que la «piedra de toque» del presidente
castellano-manchego solamente sería el riego y abono de su latifundio. Pero, entonces
ya no es una piedra sino una china en el zapato.
Parapanda Televisión.-- Con los 8 de Airbús. https://www.youtube.com/watch?v=7CT619daQZc&feature=youtu.be
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