miércoles, 12 de septiembre de 2012

UN ANTICIPO DEL REFERÉNDUM: EL 15 S.




Será un anticipo de lo que podría sancionar el referéndum que se reclama. Lo han adivinado ustedes: me refiero a la concentración oceánica del 15 de septiembre en Madrid, dixit Alberti, capital de la Gloria. Los puntos cardinales de la península dirán alto y claro –sin mixtificaciones, ni metáforas— el mandato que implícitamente han recibido de sus lugares de partida: ¡no a esta política, a este gobierno trapacero y mendaz! ¡no a la alianza europea entre TECNOCRACIA Y  POLÍTICA: LA TECNODURA!

 

El océano de multitudes conscientes se da en un contexto en el que la crisis económica no puede ser gestionada por un gobierno y un partido descontrolados, donde sus jerarcas parecen un comistrajo, esto es, un conjunto irregular de pitanzas que agravan más la situación: el escribiente de los mercados, Guindos, contra el refitolero de Montoro; Mayor Oreja mordiendo en la yugular a Mariano; diversos barones al mando de sus respectivas behetrías intentando enmendar, en lo menudo, la plana al gobierno; y una sensación en el Partido popular que ve que puede convertirse en agua, azucarillos y aguardiente. Un gobierno, en suma, profundamente aislado de la ciudadanía como lo prueba, entre otras, la gigantesca manifestación –en no pocos casos contradictoria, albergando a recortadores fagocitantes y recortados fagocitados-- de Barcelona del 11 de septiembre.

 

En todo caso, diremos que el 15 de septiembre será un punto de inflexión entre las movilizaciones en curso, que no han cesado durante el mes de agosto, y lo que se avecina. Y bien podría darse lo siguiente: que la presión sostenida que ha habido hasta la presente, de marcado carácter defensivo, se traduzca en una opción de proyecto general.

Y puestos ya a insinuar cosas de envergadura, partamos de la siguiente premisa: no habrá alternativa política a este desgobierno si el principal partido de la oposición no se decide, de una vez por todas, a leer el estado social de masas que existe en España; de ahí que corra el peligro de no ser visto como sujeto consciente dispuesto a co-liderar, en clave política, el malestar social. Ciertamente, dicho partido no será responsable de los recortes que puedan venir, pero sí lo será de no enfrentarse abiertamente a ellos al lado de la gente y de aquellas fuerzas políticas que sí lo hacen; no será responsable del ataque a los sindicatos, pero sí de la ampliación de la brecha que le separa de éstos.  

Así están las cosas: de un lado, una persistente movilización ciudadana, orientada principalmente por el sindicalismo confederal; y, de otro lado, una ausencia clamorosa de alternativa política a este estado de cosas. Una situación que, en este aspecto, es más o menos similar a la italiana, griega y portuguesa.

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