Nota editorial. Esta entrada
forma de Jaume Puig parte de las conversaciones sobre Catalunya: 1. UNA CONVERSACION, SOBRE CATALUNYA, 2. UNA CONVERSACIÓN SOBRE
CATALUNYA, 3. UNA CONVERSACIÓN SOBRE CATALUNYA y CATALUNYA Y LAS COSAS DE COMER
Jaume
Puig i Terrades
¿Es
Cataluña mayoritaria y definitivamente independentista? ¿El nacionalismo catalán
ha modificado su paradigma? ¿Los sindicatos y la izquierda también son ahora
nacionalistas?¿Qua ha cambiado sustancialmente, para que, lo que antes era obra
de unos cuantos centenares de manifestantes en esta ocasión hayan sido más de
un millón? Podríamos
añadir más interrogantes, pero, si soy capaz de responder a los enunciados, me
daré por satisfecho.
No
sabemos si los catalanes, en el sentido que los definía Jordi Pujol, “Es
catalán todo el que vive y trabaja en Cataluña” se han vuelto mayoritariamente
independentistas. Esto no lo podremos saber hasta el día que los ciudadanos
seamos consultados con todas las garantías democráticas. Lo que sabemos hasta
hoy es lo que la demoscopia nos indica: que el sentimiento independentista ha
crecido considerablemente en los últimos meses. Una expresión de este
crecimiento es la masiva manifestación del pasado 11S con la explosión de
banderas independentistas que han sustituido la clásica senyera, que por cierto
está presente en el escudo de España.
Que
el sentimiento, porque de eso se trata, fundamentalmente, de un sentimiento, de
desafección de gran parte de los catalanes respecto a España sea hoy mucho
mayor que lo era en la transición, después de haber conseguido el autogobierno
con atribuciones exclusivas en la enseñanza, la sanidad, la policía, con una
televisión autonómica, con un parlamento propio etc. parece contrario a la
razón, pero también es cierto que el nacionalismo ha conquistado la
hegemonía a partir de conectar como nadie con la mesocracia de este
país y de utilizar magistralmente los recursos de la Corporació Catalana
de radio i televisió incluso durante los gobiernos tripartitos,
añadiéndole el (mediático) potente grupo Godó, subvención mediante, de nueve millones
de euros. Esos altavoces mediáticos se han comportado durante los días previos
como verdaderos agentes de la agit-prop, dignos de mejor causa, cierto
es que si el campo no está preparado la lluvia puede resbalar por las
torrenteras, y hay datos objetivos como son el déficit fiscal y la desgraciada
sentencia del Constitucional sobre el Estatut después de ser aprobado
mayoritariamente en referéndum, ha encontrado una ciudadanía muy predispuesta,
amén de la ofensiva del PP gobernante contra nuestra lengua, todo ello en medio
de la crisis sin parangón desde la posguerra, las consecuencias de la cual el
partido gobernante en Cataluña ha sabido eludir can la excusa del déficit
fiscal y desactivando a la oposición con la excusa de la herencia recibida,
como buenos colegas del PP.
Considero
que precisamente el ahondamiento de la crisis explica gran parte de la
presencia masiva en la manifestación, si no ¿por qué en la manifestación de la Diada del año pasado solo
fueron los mismos grupos minoritarios de todos los años, teniendo en cuenta que
la sentencia sobre el Estatut es de junio de 2010?
La
razón de existir de un partido nacionalista no es la convivencia fraternal con
otros pueblos dentro de un mismo estado, sino la conquista del estado propio.
Debemos celebrar que después de 35 años Convergencia Democràtica de
Catalunya reivindique claramente el Estado propio y que hayan casi desaparecido
los eufemismos.
Pues
sí, el nacionalismo catalán, hegemonizado por CIU, a partir de la irrupción de
una nueva generación que no participó en los pactos de la transición y que han
actuado en política siempre en democracia, ha asumido el control del
partido en el último congreso, con el nuevo paradigma de la independencia,
abandonando las ambigüedades así como las veleidades democristianas del
pujolismo, al tiempo que abrazaba el nuevo icono de la modernidad que es el
neoliberalismo sin ningún complejo.
Otra
cosa distinta es el papel que está jugando la izquierda catalana, desde
ICV y el PSC, hasta los sindicatos., teniendo en cuenta que el nacionalismo
siempre ha sido ajeno al mundo de la izquierda. Por mi parte nunca he entendido
cómo se puede conjugar, una cosa con la otra, además, la experiencia me enseña
que cuando a un nacionalista de izquierda se le pone en la encrucijada siempre
escoge el nacionalismo. No es menos cierto que hay varias maneras de
enfrentarse a la ola, en mis tiempos de sindicalista nunca me gustaron los que
en momentos críticos rehuían tomar posición para dejarse llevar por las
actitudes más enardecidas, cuando no se ponían al frente de las mismas, o los
más pusilánimes que sin tomar partido se justificaban con aquello tan manido de
“yo, lo que diga la asamblea”, pues bien da la impresión que ante esta ola
–cuidado que las grandes olas acaban estrellándose en el malecón o arrasan con
todo lo que encuentran dejando un paisaje desolador – la izquierda catalana o
se ha subido a ella, o se pone de canto, no sin antes echar por la borda gran
parte de su bagaje ideológico.
Será
porque ICV no tiene referente en el resto de España y ante la necesidad de
abandonar la marginalidad busca pescar en todos los caladeros posibles, ha
llamado a la manifestación, intentando marcar perfil propio, insistiendo en el
viejo eslogan del derecho a la autodeterminación, pero sin decir hacia donde se
determinarían, que como era de esperar ha quedado diluido en la marea. El PSC
por su lado, que sigue en shock post traumático, se ha manifestado en contra de
la secesión poniendo el acento en el federalismo, con algunas voces disonantes,
como ocurre siempre que un partido está en crisis y más en perspectivas
electorales a la vuelta de la esquina; al mismo tiempo está buscando la
complicidad del partido hermano que está enfrascado en otras historias y en ese
terreno lo menos que se puede decir es que está autista.
Los
sindicatos, UGT y CCOO, han tenido un posicionamiento ambiguo, un poco en la
línea de ICV, no por casualidad situados en la cola de la manifestación, con la
excusa que entre los afiliados existen muchos nacionalistas, lo cual será
cierto, como que también debe haber quien está en contra del aborto y a favor
de la segregación por sexos y no por ello se manifiestan con los obispos y con E.Cristians
.
Mientras
tanto la patronal catalana incluso las Pimes no comparecieron en la
manifestación y en cambio están apareciendo, de momento sutilmente, para
rebajar la tensión y rebajar el entusiasmo arcangélico de los independentistas.
La realidad es muy dura, la prioridad de los empresarios es como combatir la
crisis y desconfían con razón que la independencia les facilitaría las cosas.
Es cierto que el mercado catalán es el más exportador de España, el 53%, pero
el 47% restante es mercado español y con las cosas de comer no se juega.
Por
mi parte, en mi caminar por la ideología de izquierdas llegué al paradigma
de libertad, igualdad y fraternidad como tres conceptos con
los que enfrentarnos a la ideología de que cada uno se espabile y de lo nuestro
por encima de todo.
Me
parece un disparate mayúsculo que por un 4% de déficit fiscal y por los ataques
de unos cuanto y las incomprensiones de unos muchos -de aquí y de
allá- tengamos que ir a un choque frontal que destruya por muchos años los
lazos de solidaridad que hemos ido tejiendo durante siglos.
Mi
paso por la escuela franquista en la que me enseñaron aquella frase de José Antonio:
“España, lo único importante” me curó de veleidades nacionalistas; casi
se me había olvidado, pero los discursos arrebatados de algunos tertulianos
durante esos días me lo han recordado, podrían asumir la misma frase
intercambiando España por Cataluña.
Que
no me busquen hurgando en las diferencias y mucho menos en las mentirosas
superioridades, con las cosas serias de verdad, y la convivencia es una de
ellas no se puede andar con frivolidades.
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