viernes, 11 de mayo de 2012

EL RETO DE COMISIONES OBRERAS



Mi querido amigo Julián Sánchez-Vicaino ha publicado un artículo que es preciso leer con atención:  El reto de Comisiones Obreras (1).  Se trata de un trabajo que, como todos los de su autor, estudio con detenimiento, esto es, con papel y lápiz para tomar notas que me sirvan de acicate para ulteriores reflexiones. La tesis central del artículo de Sánchez-Vizcaino, previamente argumentada, es:   “el Sindicato debe proponerse conseguir un nuevo anclaje social y un vínculo comunitario desde la acción molecular en los barrios, como específicos escenarios espaciales de la desigualdad”. En todo caso, Julián no nos aclara si este es el reto principal del sindicato o la consecuencia de otro desafío de mayor alcance.

Veamos, soy del parecer que el reto principal del sindicato –y del sindicalismo confederal en su conjunto— no es el que apunta Julián. Por esta elemental razón: donde se produce prevalentemente el conflicto social sigue siendo el centro de trabajo. Y ese en ese estadio donde todavía el sindicalismo tiene todavía sus principales asignaturas pendientes. Es más, el ataque fundamental de la contrarreforma laboral (con un interés de largo alcance y no meramente contingente) se dirige a los derechos, poderes e instrumentos en el centro de trabajo. Por supuesto, el centro de trabajo está en el territorio, aunque cada vez más desterritorializado y la empresa se manifiesta, cada vez más, con características crecientemente autistas, es decir, al margen de (y crecientemente contra) lo que ocurre en el territorio.

Es verdad que las batallas más urgentes son, ahora, las que se dirigen contra la putativa reforma laboral. Pero la reflexión de Sánchez-Vizcaino, orientada explícitamente al próximo evento congresual, tiene –como el mismo congreso debería disponer— una intencionalidad estratégica, insita en el quehacer cotidiano de los planteamientos (los retos, se diría) contractuales, apoyados por el ejercicio del conflicto social.

El reto (no un reto) es la definición de la alteridad del sindicalismo en el centro de trabajo en estos momentos, que prefiguran un largo recorrido, de innovación-reestructuración de los aparatos productivos y de servicios. Es desde ahí donde debería arrancar el proyecto del sindicalismo confederal, sabiendo que un proyecto no es un zurcido de retales diversos, estableciendo los vínculos y compatibilidades entre sus distintas variables. No hace falta decir que dicho proyecto –es decir, la acción colectiva en el centro de trabajo tal como va siendo in progress--  tiene que contemplar (inexcusablemente, a mi juicio) el diseño del tipo de representación sindical en el centro de trabajo. Porque la actual está prácticamente agotada.

Este reto ¿se orienta sólo a los trabajadores, en todas sus diversidades, que están ocupados? No. Pero es desde esa fuerza acumulada en el centro de trabajo de donde parte la tutela y promoción de los derechos de quienes no tienen empleo, también de los pensionistas y jubilados.

Por último, me gustaría que Julián Sánchez-Vizcaino, con quien es un placer conversar, mantuviera el diálogo. Él sabe que tiene las páginas de este blog a su disposición, como quien dice, hoy, mañana y pasado mañana.    






2 comentarios:

Simon Muntaner dijo...

Como siempre, un verdadero placer leerle austed, don Tito, y al caballero que le hacen llamar el Apóstata. Esperamos el debate como el agua en medio de estos calores de mayo.
Un saludo cordial
Hilarión de la Pradera (utilizando la cuenta de don Simón, no el del vino de mesa, claro)

Pepe Luis López Bulla dijo...

Mi querido Hilarión, no se haga usted el mosquita muerta. Sabemos de sus comentarios en el Bar Raiz Cuadrada de Menos Uno en esta plaza de Parapanda. Tírese al ruedo, y no esté a verlas venir, ea. Suyo en la Idea, PL