Homenaje a Ángel Rozas
Mariano Termidor en su
discurso de investidura habló de acercar las pensiones de jubilación a todo el
periodo laboral de cotización a
Mariano Termidor en su
discurso de investidura habló de acercar las pensiones de jubilación a todo el
periodo laboral de cotización a la Seguridad
Social. Todas las izquierdas se manifestaron en contra. Así
que es legítimo esperar que quienes se han manifestado de ese modo (empezando
por los socialistas) sean consecuentes cuando llegue el momento de la verdad
termidoriana: algo de ello dijimos ayer en LO QUE HA DICHO
RAJOY
¿Cuál es el objetivo de tal medida? Sólo y solamente
éste: provocar que el personal se apunte a los fondos privados de pensiones. Así
las cosas, no haría falta que tales fondos fueran obligatorios en la línea de
lo que apuntó el consejero catalán sanidad, el Enviado del Cielo de las Mutuas
en la Tierra. Se
trata de poner otra pica en el Flandes de lo que Duran i Lleida llamó en su
discurso del lunes la sociedad del bienestar. Esto es, un constructo cuyo
fondo es el adelgazamiento progresivo del
elenco de protecciones sociales que redistribuye y administra el Estado. Por
cierto, no se dejen engañar por el voto de la cofradía nacionalista de Duran en
el discurso de investidura: su no se
irá difuminando, a lo largo de la legislatura termidoriana en los terrenos económicos
y sociales: la pela és la pela. Y las
coartadas de ambos –de convergentes y sedicentes populares-- serán una asociación
de socorros mutuos. En fin, cosas veredes.
Dicho lo dicho y visto lo visto, les dejo a ustedes
con las primeras declaraciones de don Lluis Casas tras levantarse de la silla al
acabar el discurso termidoriano de investidura. Habla don Lluis:
Con el paso del tiempo y
con la degradación del formalismo democrático los debates importantes en el Parlamento
tienden a convertirse en aburridos e inconsecuentes encuentros entre amigos,
conocidos y futuros consuegros, independiente mente de la acidez aparente del
verbo y a pesar de los esfuerzos de insignes parlamentarios de ciertas
minorías, todo hay que decirlo.
El debate de investidura,
iniciado ayer, no es más que un nuevo paso en este proceso degradatorio del
parlamentarismo.
Es evidente que don
Mariano tiene poco que decir, lo hemos aprendido a lo largo de múltiples
legislaturas en las cuales su figura parlamentaria, de ministrable, de
ministro, de candidato y finalmente de futuro presidente nos ha dado pocas
alegrías y ninguna sorpresa. El hombre esconde su verdadera insignificancia en
su carácter gaélico y la barba, poco dado a la expresión y a la palabra
comprometedora y más dado a la maniobra oculta, pero lo cierto es que nunca ha
tenido mucho que decir y ahora tampoco. De hecho, su verdadera carrera empezó
el día en que don Manuel le recomendó con voz de ordeno y mando lo siguiente:
“cásese y márchese a Madrid don Mariano y no me líe más en Galicia, donde todo
se sabe. Allí tendrá el futuro asegurado.”
Del discurso de ayer de
don Mariano no hay nada que pueda significarse, no hay novedad, no hay
compromiso y no hay modelo más allá de lo obligado por las nuevas autoridades
gubernativas de la UE. Don Mariano
aboca por cumplir los compromisos sobre el déficit público y nos enreda en un
mar de palabrería respecto a la ocupación, es decir el crecimiento económico.
Se mete en berenjenales educatorios y advierte de lo mal que está el asunto y
de lo optimistas que hemos de ser respecto al futuro. Tal que un horóscopo, si
eres sagitario tendrás un buen asunto económico entre manos, pero no debes
salir de casa por riesgo de accidente.
No hay novedad, ni
siquiera en la forma de plantear su discurso, con papeles y con pérdida
ocasional de orientación en cuanto la brújula preescrita se extravía. Para no
decir nada, es mucho lo que necesita de muletas y muletillas. Incluso los datos
manejados son inciertos o, tal vez, provinentes de alguna fundación aznariana.
Ni en eso, el manejo de datos conocidos, ha demostrado solidez.
No quiero decir con ello
que el hombre no tenga un largo recorrido, ya saben, a base de decidir más bien
poco y dejar hacer al tiempo, algunos consiguen ser enterrados con el cargo al
modo del comunismo hereditario coreano. Aunque hoy por hoy más parece necesaria
una oferta de gobierno clara, realista e imaginativa, huyendo de prescripciones
ideológicas sin fundamento económico.
Nada de esto habrá y si
mucho más de lo mismo y a trancas y barrancas. Don Mariano deberá contentar de
un modo u otro a los que le presentan las facturas del poder, intentará hacerlo
con el disimulo propio de la mafia gallega y no con el bronco descarte
vallisoletano, pero habrá de hacerlo. La banca, las patronales, los avariciosos
del negocio están a la espera, mientras tanto cumplirá, en lo que el país
pueda, con la receta de caballo alemana, por cierto siguiendo el plan de su
predecesor. Un brillante modo de empezar.
Los cambios atenderán a
los modos, estando como está el PSOE postrado y entregado no es de prever una
oposición corsaria al modo de estas dos últimas legislaturas, ni siquiera al
modo que sufrió don Adolfo cuando al PSOE le apretaba la ansiedad. Esto no
es malo si permitiera centrar los debates y clarificar posiciones, resultados y
entendimientos, si, por el contrario, se convierte en un duelo de sordos con el
volumen al mínimo entiendo que el público preferirá ir a ver a Tintín al
cinematógrafo.
Tal vez, una vez
investido, el anuncio de la composición del gobierno diga alguna cosa de mayor
claridad o entidad. La clave está en dos o tres cuadriculas del tablero, el
ministro de economía, el gobernador del Banco de España y el defensa central,
el de interior. Los primeros en clave económica, la parte más que fundamental
de la legislatura, el segundo en clave ETA y de agitación callejera. No es una
predicción provinente de Delfos hurgando en los hígados de un pollo, es la
receta para tiempos de paro, simplemente y entendiendo que el gobierno federal
ya no gestiona, lo hacen bajo insuficiencia financiera las CCAA y los
ayuntamientos, que será, los pringados en el asunto, como ya vemos en Catalunya.
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