miércoles, 21 de diciembre de 2011

LA LEGISLATURA TERMIDORIANA

Homenaje a Ángel Rozas



Mariano Termidor en su discurso de investidura habló de acercar las pensiones de jubilación a todo el periodo laboral de cotización a la Seguridad Social. Todas las izquierdas se manifestaron en contra. Así que es legítimo esperar que quienes se han manifestado de ese modo (empezando por los socialistas) sean consecuentes cuando llegue el momento de la verdad termidoriana: algo de ello dijimos ayer en  LO QUE HA DICHO RAJOY


¿Cuál es el objetivo de tal medida? Sólo y solamente éste: provocar que el personal se apunte a los fondos privados de pensiones. Así las cosas, no haría falta que tales fondos fueran obligatorios en la línea de lo que apuntó el consejero catalán sanidad, el Enviado del Cielo de las Mutuas en la Tierra. Se trata de poner otra pica en el Flandes de lo que Duran i Lleida llamó en su discurso del lunes la sociedad del bienestar. Esto es, un constructo cuyo fondo es el adelgazamiento  progresivo del elenco de protecciones sociales que redistribuye y administra el Estado. Por cierto, no se dejen engañar por el voto de la cofradía nacionalista de Duran en el discurso de investidura: su no se irá difuminando, a lo largo de la legislatura termidoriana en los terrenos económicos y sociales: la pela és la pela. Y las coartadas de ambos –de convergentes y sedicentes populares-- serán una asociación de socorros mutuos. En fin, cosas veredes.

Dicho lo dicho y visto lo visto, les dejo a ustedes con las primeras declaraciones de don Lluis Casas tras levantarse de la silla al acabar el discurso termidoriano de investidura. Habla don Lluis:

Con el paso del tiempo y con la degradación del formalismo democrático los debates importantes en el Parlamento tienden a convertirse en aburridos e inconsecuentes encuentros entre amigos, conocidos y futuros consuegros, independiente mente de la acidez aparente del verbo y a pesar de los esfuerzos de insignes parlamentarios de ciertas minorías, todo hay que decirlo.

El debate de investidura, iniciado ayer, no es más que un nuevo paso en este proceso degradatorio del parlamentarismo.

Es evidente que don Mariano tiene poco que decir, lo hemos aprendido a lo largo de múltiples legislaturas en las cuales su figura parlamentaria, de ministrable, de ministro, de candidato y finalmente de futuro presidente nos ha dado pocas alegrías y ninguna sorpresa. El hombre esconde su verdadera insignificancia en su carácter gaélico y la barba, poco dado a la expresión y a la palabra comprometedora y más dado a la maniobra oculta, pero lo cierto es que nunca ha tenido mucho que decir y ahora tampoco. De hecho, su verdadera carrera empezó el día en que don Manuel le recomendó con voz de ordeno y mando lo siguiente: “cásese y márchese a Madrid don Mariano y no me líe más en Galicia, donde todo se sabe. Allí tendrá el futuro asegurado.”

Del discurso de ayer de don Mariano no hay nada que pueda significarse, no hay novedad, no hay compromiso y no hay modelo más allá de lo obligado por las nuevas autoridades gubernativas de la UE. Don Mariano aboca por cumplir los compromisos sobre el déficit público y nos enreda en un mar de palabrería respecto a la ocupación, es decir el crecimiento económico. Se mete en berenjenales educatorios y advierte de lo mal que está el asunto y de lo optimistas que hemos de ser respecto al futuro. Tal que un horóscopo, si eres sagitario tendrás un buen asunto económico entre manos, pero no debes salir de casa por riesgo de accidente.

No hay novedad, ni siquiera en la forma de plantear su discurso, con papeles y con pérdida ocasional de orientación en cuanto la brújula preescrita se extravía. Para no decir nada, es mucho lo que necesita de muletas y muletillas. Incluso los datos manejados son inciertos o, tal vez, provinentes de alguna fundación aznariana. Ni en eso, el manejo de datos conocidos, ha demostrado solidez.

No quiero decir con ello que el hombre no tenga un largo recorrido, ya saben, a base de decidir más bien poco y dejar hacer al tiempo, algunos consiguen ser enterrados con el cargo al modo del comunismo hereditario coreano. Aunque hoy por hoy más parece necesaria una oferta de gobierno clara, realista e imaginativa, huyendo de prescripciones ideológicas sin fundamento económico.

Nada de esto habrá y si mucho más de lo mismo y a trancas y barrancas. Don Mariano deberá contentar de un modo u otro a los que le presentan las facturas del poder, intentará hacerlo con el disimulo propio de la mafia gallega y no con el bronco descarte vallisoletano, pero habrá de hacerlo. La banca, las patronales, los avariciosos del negocio están a la espera, mientras tanto cumplirá, en lo que el país pueda, con la receta de caballo alemana, por cierto siguiendo el plan de su predecesor. Un brillante modo de empezar.

Los cambios atenderán a los modos, estando como está el PSOE postrado y entregado no es de prever una oposición corsaria al modo de estas dos últimas legislaturas, ni siquiera al modo que sufrió don Adolfo cuando al PSOE le apretaba la ansiedad. Esto no es malo si permitiera centrar los debates y clarificar posiciones, resultados y entendimientos, si, por el contrario, se convierte en un duelo de sordos con el volumen al mínimo entiendo que el público preferirá ir a ver a Tintín al cinematógrafo.

Tal vez, una vez investido, el anuncio de la composición del gobierno diga alguna cosa de mayor claridad o entidad. La clave está en dos o tres cuadriculas del tablero, el ministro de economía, el gobernador del Banco de España y el defensa central, el de interior. Los primeros en clave económica, la parte más que fundamental de la legislatura, el segundo en clave ETA y de agitación callejera. No es una predicción provinente de Delfos hurgando en los hígados de un pollo, es la receta para tiempos de paro, simplemente y entendiendo que el gobierno federal ya no gestiona, lo hacen bajo insuficiencia financiera las CCAA y los ayuntamientos, que será, los pringados en el asunto, como ya vemos en Catalunya.


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