Con Josep Benet, un político que hilaba delgado.
“Ha llegado la hora de empezar a llamar a la actual situación por su nombre: depresión”, afirma Paul Krugman en las páginas sepia de El País. Por otra parte, Antonio Lettieri escribe en Ora tocca al lavoro: avanti gli ipocriti que “la política impuesta por el eje Frankfurt – Bruselas nos condena a la recesión”. Así las cosas, me pregunto en qué estadio nos encontramos porque no se trata de nominalismos sino de situaciones concretas. Esto es, no es lo mismo un herpes zóster que un herpes. Profesor Krugman: ¿acierta Lettieri en su diagnóstico? Estimado Tonino: ¿da en el clavo Paul Krugman en su severo diagnóstico? Más luz, caballeros.
Aquí me tienen ustedes devanándome los sesos como Hamlet cuando se preguntaba metafísicamente acerca del ser o del no ser. Y ahí tienen ustedes a los socialistas catalanes que, en su reciente congreso, no han considerado conveniente hacerse esa pregunta sino más bien preocuparse por algo tan limitadamente importante como quién es el piloto de la nave sin tener en sus manos un adecuado parte meteorológico.
De momento, mientras alguien da en la tecla y precisa con exactitud en qué fase nos encontramos –si depresión o antesala de la recesión— vale la pena traer a colación lo que Lettieri recuerda en su trabajo de referencia: en los años treinta, Franklin Roosvelt combatió la crisis no sólo con la reforma del sistema bancario, con la creación del sistema público de pensiones y los subsidios de desempleo, sino también con la creación de un nuevo sistema de relaciones industriales (la famosa Ley Wagner) que se orientaba a hacer del sindicato un difuso y fuerte contrapoder ante las empresas (1). Sepan ustedes que este Roosvelt nunca repartió octavillas de la Internacional ni de Comisiones Obreras.
(1) National Labor Relations Act - Wikipedia, la enciclopedia libre
Radio Parapanda. Escribe Antonio Baylos: SOBRE LA LIBERTAD DE LOS MODERNOS
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