jueves, 17 de marzo de 2022

El descabello del independentismo


 

 

El independentismo catalán ha tenido siempre pocas luces: partía hace unos años de una considerable fuerza movilizadora y llegó a pensar que la independencia y la república catalana estaban a la vuelta de la esquina. Ese era el sístole de la situación catalana; el diástole, sin embargo, iba en la de unos grupos dirigentes, así en la política convencional como en el propio movimiento, cada vez más obcecados en la idea fija de la independencia como en su enfrentamiento con el Estado español. En ocasiones, no obstante, el Estado no trató con inteligencia política la situación catalana.

El independentismo tenía en su seno la preñez de su autodestrucción: la dependencia hacia los partidos políticos que eran quienes dirigían el cotarro desde las covachuelas del poder.

Con todo, la idea –la ruptura con España--  era un estrambótico desiderátum. Confiaban angelicalmente en la UE, aunque esta se cansó de repetirles que nanay. Algunos chicolearon cabe Putin para concitar apoyos a la causa. Dislate cum laude. Y aquella rosa manoseada por tantos acabó por chuchurrirse. Se acabó lo que se daba. Primera conclusión un tanto chocante: el movimiento independentista se mató así mismo. Lo que no quiere decir que, suicidado ahora, no tenga en barbecho decenas de miles de feligreses dispuestos a lo que sea. Cada vez menos, por supuesto. Pura bambolla.

A ellos se ha dirigido la incombustible Clara Ponsati, eurodiputada, renovando el mensaje del chicoleante Toni Comín: hace tiempo ésta caballero llamó a dar la vida por Cataluña; ella suplicando, desde la mesa camilla de su hogar, que había que darlo todo por Cataluña. La capitana Araña.

Que el movimiento está roto es algo bien visible. Una ruptura –como causa o efecto, no lo sé— que siempre estuvo en la zahúrda de las relaciones entre los post post post convergentes y los de ERC. Finalmente, el toro del independentismo ha sufrido un descabello por parte del diputado Rufián, diestro en esas lides, llamando a los post post post convergentes sonoros piropos: ´señoritos´, ´pijos´, amigos de Putin. Por lo que esta generación de dirigentes de los hunos y los hotros será incapaz de arreglar la ruptura del independentismo. Ojalá sea así. Porque un movimiento que se suicida no es de fiar. 

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