viernes, 9 de noviembre de 2012

EL DEMAGOGO OLIGÁRQUICO. El 14 N como telón de fondo.




Recuerdo cuando los actos políticos tenían una Mesa presidencial. Era algo así como la colegialidad de los diversos oradores que iban a tomar la palabra. Pero llegó un momento en que todos los partidos (desde babor a estribor) hicieron desaparecer la Mesa y su metafórica colegialidad y pusieron un atril para que el líder, en solitario, hablara urbi et orbe. Nadie explicó el cambio en la coreografía y los más perspicaces entendieron que se trataba de una modernización para darle mayor diapasón mediático al líder. Digamos que, así las cosas, el líder aparecía plebiscitado por sus amigos, conocidos y saludados. Los tradicionales poderes de la dirección se consolidaban sutilmente. En aras a no dejarme nada en el tintero, diré que también los amigos, conocidos y saludados son responsables de esta práctica de culto al líder en solitario.

El recurso al plebiscito está alcanzando ahora una cierta expresión fisiológica. Hasta hace unas semanas Convergència i Unió planteaba las próximas elecciones en clave plebiscitaria por la independencia de Cataluña. Ahora, la situación ha dado un giro, que no ha sido suficientemente percibido por ningún comentarista. Artur Mas plantea las elecciones en clave plebiscitaria a su persona: “dadme una mayoría absoluta”, y tras ello ha manifestado algo inquietante: “dadme una mayoría excepcional”. Excepcional es una palabra que tiene una fuerte carga polisémica que puede valer para un cosido o un barrido. Eso es lo que demanda altaneramente el demagogo oligárquico desde la soledad de su arengario: es la palabra de Artur, creída como si fuese una palabra profética. Es la palabra de este Moisés que quiere guiar a los esclavos de Egipto hasta la Tierra Prometida.      

Pero, ¡oído, cocina! cuando este nuevo Moisés habla de tener un Estado propio, tal vez se refiere a ser el propietario de ese Estado.

Addenda. Mis felicitaciones a Carlitos Vallejo que pronunció un discurso brillante –de contenido y formas— en el acto de los federalistas catalanes ayer tarde en el Teatro Goya de Barcelona. La platea, el palco y el gallinero se venían abajo cuando explicó los motivos de la huelga general del 14 de diciembre.  En la foto de arriba está Carles Vallejo (el primero a la izquierda), que no tiene nada que ver con las críticas que se hacen al líder en solitario, ni al demagogo oligárquico.    




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