Ha
muerto Santi Bengoa. La noticia me ha impactado
mucho porque, tras la muerte de mi esposa, no estoy en las mejores condiciones
emocionales. De manera que no soy capaz, en estos momentos, de hacerle una
oración fúnebre como se merece el compañero Santi.
Fue
un sindicalista como la copa de un pino, serlo en el País Vaco no era cosa
fácil en los tiempos en que nuestro hombre dirigía Comisiones Obreras allí.
Santi Bengoa, macizo de la organización. Y, ante todo, una buena persona: la
bondad en la cara, la mano siempre tendida, la seriedad en su forma de ser. Luchador
como los hermanos Ibarrola, como los poetas Gabriel Celaya y Blas de Otero.
No
puedo seguir. Se me multiplica la congoja. Es como si tuviera una raspa en la
garganta.
Mientras
tanto, oigo la música de Jesús Guridi.
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