miércoles, 28 de julio de 2021

Algo, aunque leve, se mueve contra la intransigencia de Casado


 

Hay gente que no parece tener remedio: Mónica Roca, presidenta de la Cámara de Comercio de Barcelona, independentista hasta el colodrillo, ha declarado en La Razón –los ángulos alternos internos en determinadas circunstancias son congruentes, según la geometría del viejo Euclides— que no piensa hacer nada para que vuelvan a Cataluña las empresas que trasladaron sus sedes  a otros lugares a raíz del pintoresco gatillazo de la declaración de independencia de aquel 27 de Octubre.  Roca, dichosa la rama que del tronco del gasolinero Canadell sale. Curioso y chocante parecer el de esta representante del mundo económico. Cataluña es el gallo de Morón: se va quedando sin plumas y sigue cacareando. 

Este comportamiento forma parte de ese conglomerado de situaciones en las que el Casado y su grupo dirigente se niegan a participar en conversación alguna, en diálogo de la más mínima importancia y en pactar que las líneas paralelas por mucho que se prolonguen nunca se encuentran, según dejó dicho aquel Euclides, aunque eso ahora es ya un tantico discutible. La dogmática política de Casado, La Razón y la Cámara de Comercio de Barcelona es: ¿para qué perder el tiempo hablando si podemos partirnos la cara cabalgando a horcajadas o a mujeriegas? La viril intransigencia como patrimonio y archivo del fundamentalismo. 

Ahora bien, a pesar de todos los pesares no se puede afirmar –por lo menos hasta ahora--  que el ponerse de acuerdo está definitivamente en crisis y perdido por los siglos de los siglos. No. Estemos atentos a lo que se mueve. Dos ejemplos: los partidos valencianos, incluido el Partido Popular, pactan una posición común sobre la financiación; el flamante dirigente socialista andaluz Juan Espadas ofrece al presidente popular Moreno Bonilla la estabilidad institucional frente al chantaje de Vox. Son dos elementos que conviene reseñar y analizar porque, de una u otra forma, son una interferencia a la línea de cerrazón –a cal y canto, nosotros en la Vega decíamos a «barro y piedra»--  de Pablo Casado y sus islas adyacentes.

Advertencia: nada de echar las campanas al vuelo, pero tampoco minusvalorar que en el frente del PP no todo  son flors i violes a Pablo Casado.  Así pues, manejen los datos, los datos, los datos…  Todos, no solo los malos.   


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