Jordi Pujol, el patriarca desarmado, ha
publicado un libro—entrevista con Vicenç Villatoro: ´Entre el dolor i
l´esperança´. Sólo conozco de su texto
las abundantes citas que ofrece el reportaje de La Vanguardia, a cargo de Josep
Gispert. Recomiendo a los leyentes que se fijen en el escrito muy
detenidamente. Podría decirse que estamos ante un testamento político, no
siendo arriesgado afirmar que son las últimas palabras importantes que el
otrora poderoso personaje dirige a la opinión pública.
El
objetivo central de las declaraciones pujolianas es convencernos que él no es
un corrupto. Más bien un distraído que nunca tuvo tiempo de cumplir con sus
obligaciones fiscales. Él, tan escrupuloso con lo que el Estado –según decía
cada dos por tres-- «debía a Cataluña», no encontró el momento de pagar sus
impuestos. Pero es el caso que, tampoco, ha tenido tiempo para devolver la
suculenta cantidad de parné que escamoteó o se quedó o birló al erario
público.
El
otro objetivo de la entrevista es políticamente de gran importancia. El
patriarca desarmado plantea volver al Estatuto de 2006. Tanta bronca, tanto
clamoreo de los independentistas aparece, así las cosas, profundamente
cuestionado por quien con él empezó (casi) todo. Más todavía, Pujol recupera el
«sentido de Estado», sea esto lo que fuere,
y se descuelga advirtiendo que «el independentismo puede convertirse en
un factor de desbarajuste de la política española, que sería tremendamente
perjudicial para Cataluña.
Me
imagino la consternación en Waterloo. Podrían haber descubierto que el enemigo
estaba dentro de casa. Congoja en todos los que, de una u otra medida, creían
que la independencia es posible. Las palabras del patriarca, con evidentes
tonos testamentarios, son una ducha de agua helada. Y como paradójico podríamos
decir que el único beneficiado dentro de los taifatos independentistas es Esquerra Republicana de Catalunya. En el fondo, Aragonés García tiene más alma pujolista que
independentista. Bueno, por lo menos, se puede decir que el patriarca desarmado
ha bajado la tensión. Y la bajaría más si devolviera los innumerables fajos de
billetes, billetes verdes.
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