Isabel Díaz Ayuso ha
vuelto a ser el centro de atención de las derechas carpetovetónicas. Lo que
equivale a decir que ella, con sus declaraciones sobre los indultos y el papel
del sexto Felipe, ha difuminado el acto de la plaza de Colón. Su propio partido
ha tenido que salir a poner algunas cataplasmas
a la aparente ocurrencia ayusista. Digo aparente, pues es sabido que las
personas de alto ringorrango en la política ensayan sus declaraciones
mediáticas de manera concienzuda. A Miguel Ángel Rodríguez (MAR para los allegados) le va el cargo
y el suculento jornal.
Un
servidor no coincide con quienes tienen a Ayuso por la tonta del bote. De hecho
me parece una persona con un potente atractivo para un amplio sector de las
derechas españolas. Si va por libre o es una proyección de Aznar es cosa que
francamente ignoro, aunque tampoco me extrañaría demasiado. En todo caso, algo
me parece de cajón: es una china en el zapato derecho de Casado. Es Ayuso quien
ha incrementado los grados de derechosidad –disculpen el palabro— de su
partido. Es ella quien puede reclamar la casi desaparición de Ciudadanos en la
comunidad autónoma madrileña. Es ella quien parece asegurar eficazmente el nexo
con Vox. Una persona así no puede ser una idiota indocumentada. Por supuesto,
no tiene nada que ver con los valores tradicionales de la derecha española:
Cánovas y Maura, por ejemplo, se haría cruces ante esta presunta compañera de
ideales. (Me meto en un barrizal: ni siquiera Gil Robles se vería identificado
con la señora).
De
ahí que, puestos a imaginar situaciones futuras, no me extrañaría que tanto ir
del coro al caño y del caño al coro Ayuso y Casado chocaran. En el gallinero
sólo –dicen las antiguas tradiciones--
sólo manda uno. O una. De momento,
la señora ya está en el palo del gallinero.
Blogosfera
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