lunes, 25 de enero de 2021

El independentismo filibustero


 

Solo Andreu Claret ha levantado la voz. Y sin embargo, la cosa es tan pública como que el rio Llobregat desemboca en forma de delta en los mares mediterráneos. El prestigioso periodista nos dice en su cuenta de Facebook: «Vic, la ciudad de los Santos. Una de las plazas más icónicas de Cataluña ha aparecido cubierta de una bandera negra gigante. Algunos se habrán estremecido, pero los independentistas  más tibios lo han celebrado. Es la llamada ´estelada negra´, un símbolo vexicológico que quiere representar la lucha sin tregua ni cuartel. Es, para entendernos, lo opuesto a la bandera blanca, la de la rendición. …» (La traducción del catalán es de un servidor). La bandera del indepedentismo filibustero.

No es ningún secreto: la acción es cosa de los llamados comités de defensa de la república (cdr), que llevaban cierto tiempo sesteando en los cuarteles de invierno. Pero la autoría es lo de menos. Lo esencial es que, en pleno contexto de incertidumbre electoral, surte efecto la tristemente célebre arenga del «Apreteu, apreteu» que lanzó aquel irascible Torra, vicario de Waterloo, a sus mesnaderos. Bandera negra, sin paz, tregua ni cuartel.

Lo esencial es que las bandas escuadristas –«prietas las filas, recias, marciales»-- se han aposentado en el independentismo y, en concreto, en la encomienda de Puigdemont. Lo chusco es que el banderazo de Vic no se dirige contra Madrid. Apunta a ERC diciéndole que ellos no se rinden. Es, además, un aviso al priorato de Junqueras: ojo con lo que haces después de las elecciones. Y sin embargo, Aragonès (que se llama honrosamente García de segundo apellido) está tomando prestado el ropaje verbal de Waterloo en estos días. Aragonès García en su laberinto.

Lo esencial es que, tras el fracaso del procés,  el independentismo se ha ido desagregando, convirtiéndose en maquetas de grupúsculos, que compiten entre sí en la exhibición de quien tiene el escroto más peludo. Virilidad de gatillazo, sin embargo. En resumidas cuentas, las sonrisas –sinceras o forzadas--  de los primeros momentos han sido substituidas por las muecas y el abordaje de los escuadristas: «Apreteu, apreteu», les conminó el nieto político de los Dencàs y cía.

En Vic, la ciudad de los Santos, ha reaparecido la bandera negra. La que no se rinde. (Oiga, hagan la prueba; pongan un fajo de billetes en las manos de los escuadristas y verán cómo  se cambian las tornas: de la Cançó d´amor i de guerra pasarán a cantar Montañas nevadas).

Post scriptum.--- «Lo primero es antes», enseña don Venancio Sacristán.

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