domingo, 19 de noviembre de 2017

Artur Mas o el coste de reputación de Cataluña



Nota introductoria.-- Artur Mas celebró la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos. Lo recuerda Enric Juliana en su artículo de hoy Huyendo de la crítica en La Vanguardia. Cuando ustedes tengan oportunidad léanlo. Es, se diría, una extraña fascinación de un sector del independentismo por la figura del presidente norteamericano que debió poner los ojos como platos a las cancillerías europeas. O sea, Artur Mas ya iba haciendo amigos en Europa. Comentamos ahora las recientes declaraciones de don Artur: la independencia de Cataluña es cosa de quince años.

Algunos medios contrastan estas últimas declaraciones de Artur Mas, presidente de PDeCAT, con las de Marta Rovira, número 2 de Esquerra Republicana de Catalunya. Se habla de la mesura del primero y de la incontinencia fabuladora de la segunda. Lo que dijo esta señora lo comentamos ayer, sábado. Hablamos hoy de la moderación de Artur Mas.

Tengo para mí que, a pesar de lo grotesco de lo dicho por la Rovira, es mucho más preocupante lo que ha declarado el caballero Artur. Afirma, sobre chispa más o menos, que no hay que hacer nada precipitadamente, que el asunto va para largo. Y sostiene que –la independencia de Cataluña-- es cosa de quince años. Podría haber dicho más tiempo. O menos. Pero ahí ha quedado. Quince años. ¿Un respiro? No lo tengo por tal. Procuraremos estar vivos para ver las dotes de auríspice del caballero.

Serían quince años de desasosiego e incertidumbre.  De matraca y mareo de una extenuante perdiz, ya suficientemente atolondrada. De ensimismamiento y barbecho escatológico. Remena; remena, nena, que decía el viejo cuplé catalán.   Con el peligro de repetir, durante tres lustros, lo que ha venido ocurriendo en los dos últimos años en Cataluña. Una cacofonía insoportable.


En resumen, Artur Mas ha introducido más inquietud, sobre todo, en el mundo de la economía.  Y todas aquellas empresas, cuyas sedes sociales y fiscales se han marchado de Cataluña, tendrán sus motivos para no volver.  Quince años, pues, deambulando del coro al caño y del caño al coro. Y sin que Trump le eche una mano al caballero Artur. Quince años más de coste de reputación de Cataluña en el mundo global. Quince años más de quiebra de la simpatía por Barcelona. Es lo que puede conseguir ese botarate.


Radio Parapanda. Manuel Gómez Acosta en http://mechinales.blogspot.com.es/2017/11/catalunya-el-lustro-perdido-2012-2017.html



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